«Palabras, pájaros y cobijo», es el título del segundo poemario escrito por María Victoria Muñoz Arenas, publicado en la Colección Baños del Carmen por Ediciones Vitrubio, y cuya presentación tendrá lugar el próximo martes 19 de noviembre de 2024 dentro del programa «El Episcopio presenta …» (Pza. Catedral, 2, 19:30 h.).
El acto contará con la presencia de la autora, que estará acompañada por el editor Pablo Méndez Jaque y quien suscribe. Además, habrá varios momentos musicales a cargo de María García y Clara Álvarez.
María Victoria Muñoz Arenas es una maestra, pedagoga y profesora; licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación y enseñante de matemáticas. Y sobre todo, es poeta, poeta de calle, poeta humanista y sentimental, actividad recuperada ahora con tiempo e intensidad en la etapa de jubilación. Nació María Victoria en Ávila, aunque su familia lo hizo en la tierra llana abulense de la Moraña transitando con su abuelo por Rasueros y Cebolla de Trabancos. Y en esta tierra conoció a su marido Emilio Escudero, natural de Albornos.
La vocacional poeta fue maestra de escuela rural en León y en Ávila, pasando por El Barraco y Navaluenga. En la capital estuvo en el colegio Santísimo Rosario (Mosén Rubí) y en «La Encarnación». Pasó también por el Centro de Formación del Profesorado e Innovación Educativa (CFIE). Dio clases a los niños hospitalizados, participó en el movimiento vecinal en el que se crea la Asociación de Vecinos «Puerta del Alcázar», y ejerció el voluntariado en Cruz Roja, organización que presidió.
Además de publicar un poemario anterior (Poesía: la ecuación perfecta, Amazon, 2022, 104 págs.), nuestra protagonista ha participado en antologías y obras colectivas como: Cuadro de belleza y armonía, en torno a San Pedro de Alcántara; Versos para la paz, en favor del pueblo ucraniano; y Madrigales en tiempos de pandemia, en conmemoración del premio de Poesía Fray Luis de León.
También lo ha hecho en líricas lecturas públicas dedicadas a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa en Narros del Puerto. De la misma manera, ha cantado en la Moraña al pueblo de El Oso en una noche de poesía, y ha colaborado en la revista de arte y cultura Atticus y la revista literaria El Cobaya. Como conferenciante participó en el ciclo de la Biblioteca de Ávila «El donoso escrutinio» y en otra ocasión defendió en El Episcopio la figura de Elena Fortún, famosa por su personaje «Celia».
Este segundo poemario es casi una crónica sentimental de vida y poesía. Por sus versos sabemos de cuanto rodea e inquieta a la maestra, y sobre ello la interrogamos. Las respuestas las encontramos en las letras que componen estrofas y notas melódicas que dan forma a los 44 poemas del libro:
PREGUNTA. ¿Quién es María Victoria Muñoz Arenas?
RESPUESTA: «Yo, María Victoria, no soy poeta. / Yo no soy vieja. / Mi futuro fue ayer y es hoy. / Mañana más anciana. / Y pasado mañana más senil / más vejestorio, más achacosa. / Soy longeva como Matusalén / y más madura y veterana. / No soy vieja, por los años de los años, /amén. / (…) Estoy segura: yo quiero ser poeta».
«En mi ancianidad / recuerdo y acuerdo / recapacito, recapitulo / conmemoro y rememoro, / para no echar en saco roto / la memoria de las cosas».
P. Dices que no eres poeta, pero quieres ser poeta. ¿En realidad, te sientes poeta?
R. «Qué siente un poeta, me preguntas: / es una pasión y un desconsuelo, / una llama interior que hiela el alma, / un gozoso tormento de palabras y silencios, / una congoja desasosegada y sosegada, / una cadena de versos sueltos, / un morir viviendo cada vez que creas».
P. Palabras, pájaros y cobijo, ¿qué transmite el título del libro?
R. Palabras: «Acariciar palabras / y empapelar la casa con mis versos / para dejar rastro». «Mañana, ya es casi nada, / quiero aderezar letras / y engarzar palabras, en ese todo que es la vida». «Hay días: / que sacas, de tu garganta las palabras / y la medida y la sonrisa regresan, / y vuelven, porque el amor de madre sabe / pisar cristales descalzo cuando pasa por el río».
Pájaros: « ¡Ha llegado el encanto de los pájaros! / Es abril, lo canta el cuco y al trisar la golondrina / ¡Ya está aquí el estío! pía la alondra saltando».
Cobijo: «Te cobijo / no más llantos / no tengas pena niña. / Yo te arrullo y cantaré». «Me cobijo. / Transciendo / soy yo misma / me encuentro»
P. ¿En qué momento de tu vida has decidido regalarnos los versos de este último libro?.
R. «De repente: / la edad tardía. / La transito y es difícil. / Ya no me contemplo / en los espejos de las carencias, / porque me devuelven un retrato / que no quiero ver». (…)
«En mi edad madura / habito en mi morada, / mi refugio, mi cubil / con mi amnesia cohabito / y en tu presencia repaso / la luz de mis vivencias. / En mi ancianidad / recuerdo y acuerdo / recapacito, recapitulo / conmemoro y rememoro, / para no echar en saco roto / la memoria de las cosas».
P. ¿Qué importancia tiene la familia en tu obra?
R. Toda, de ahí las dedicatorias de mis libros: «A mi marido, Emilio y a mis hijas, Marta, Victoria y Sara, candelas en mi sendero». Mis nietos, son siempre la rima de un buen verso.
P. ¿Cuál la razón te tu escritura? ¿Qué te motiva? ¿Por qué escribes?
R. «Escribo: /es una necesidad aprehendida / porque hay una voz interior, / que me llama / y presta su luz / en el crepúsculo de mi momento. /
Escribo: / porque quiero dar oído a los silencios / de los ancianos en el parque. / Quiero escuchar los murmullos de niños y niñas /en los patios de la escuela. / Quiero oír el trino del pájaro solitario / para componer una sinfonía».
P. ¿Cómo te concentras en la escritura?
R. «Juego con el yo poético / y busco: acordes de armonía y ritmo / y notas que se engarzan en escalas / y a mi yo dan poemas sinfónicos». Más aún, «Pespunteo mi poesía. Para coser y festonear / un tapiz que cuente escenas de vida / puntada a puntada hilvanando hebras / y no duerma la imaginación en el olvido». (…) «Busco versos / que engarzados, / pueden contar: / sobre esa luz que ampara / los levantes de la aurora / en el misterio de la noche.
P. ¿Qué haces en esos días raros si no llega la inspiración cuando te sientas a escribir?
R. «Algunos días no me / entiendo, no me hallo. / Deseo vivir / en el país de las maravillas, / en el país de los sueños / y los sueños, sueños son». «Hay días que escribir / es como una /sinfonía, otros días, ¿para qué? / tiro las letras / y que jueguen a enredarse / y se hagan nudos».
P. Cuando escribes, ¿estás en silencio, a solas, sin ruido, o lo haces escuchando música ?.
R. «Escucho / el silencio de la música / con silencios / muchos silencios. / Cierro los ojos / susurro / gozo de la armonía de las voces / que salmodian los monjes / y me arrullan / me serenan. / Sonrío / respiro y tanteo».
P. ¿Qué papel juega en tu poesía el día a día?
R. «Vivo en los recuerdos del ayer y se amontonan / tantos días, tantos años que apenas resta un futuro, / mañana es como un relato escrito con nostalgia. / Los días del anciano son muy sabios, pero cortos / son muy largas las noches / aguardando la espera. / Mañana, como un futuro sin futuro es hoy tal vez».
P. ¿Algún recuerdo concreto que haya calado en este último poemario?
R. «… el viaje al pueblo de los veranos: / el trayecto en tren de carbón, el coche de línea / con baca, el carro, por asientos los costales, / traqueteos por caminos pedregosos y al fin… el hogar. /… te ibas por los campos de mies, / dorados por la mano de esa tierra / de trigo y versos dulces y temblor / en los sembrados. Saludando a segadores / que chorreando fuego su hoz levantaban, / gavillas perfectas cortaban el aire. / Después a la era, a merendar con el abuelo / que trillaba…»
P. Y de amor, ¿qué puedes decir?
R. «En estación deshabitada y fantasmal / de una aldea lejana y abandonada / nos refugiamos agotados / a vivir un amor desorbitado y eterno, / tuyo y mío, solos los dos. / En un lugar de encuentros y despedidas / de llantos y risas, lleno de pasados / sellamos el hogar para siempre / enredados como pájaro en jaula ajena» (...)
«Y cuando el amor nos llama / hay que seguirlo, / hasta que quieras y quiera. / Hasta que queramos los dos».
P. ¿Sientes el paso inexorable del tiempo?
R. «La vida se me escapa en cada otoño. Me / acompañan conciertos vespertinos y / restituyen en mi corazón / los recuerdos de amores imposibles. / (…) La vida, se me escapa en cada otoño / ensancha mi espíritu melancólico por / tantos años y tan pocos años / por olvidos y sueños increíbles. / Me duele el otoño».
P. Dada tu sensibilidad humanista, ¿cómo tratas el tema de la guerra y las amenazas a la paz mundial?
R. «El desgarro que las guerras producen / extensos ríos de llantos perforan los rostros / qué aterrador es oír hablar de tristes batallas / los martillazos, la muerte, la angustia / es como si pasara corriente: abrasador, intenso, poder / es opresivo en la guerra, es imposible para la paz». (…)
«Y me llevan a una guerra tan / absurda, sin haberme preguntado mi / voz, / sin haberme despedido de ti, / sin haber entendido el porqué y el para qué /esta guerra. / (…) Me llevan sin poder conocer el Amor, / con mi corazón lleno de poemas, versos y / palabras y mis ojos llenos de lágrimas, y / abiertas las manos, / pidiendo que las guerras acaben».
P. ¿Y qué piensas en poesía sobre los más desfavorecidos?
R. «No me gusta pasar por el mundo sin ver. / No me gustan las noticias: / los enfermos que mueren en soledad, / los sintecho, desposeídos, /… los ancianos invisibles… / No quiero encontrarme / los niños y las niñas sin escuela, sin futuro».
P. En esta ocasión, el paisaje y la naturaleza también son imágenes que se suceden en los últimos versos, ¿no?
R. Efectivamente, estos son algunos ejemplos: «El bosque es una gran orquesta orquestada / de lenguajes e himnos e inacabada, de bullicio, / donde cada uno entona como puede y sabe».
«Paseando por esos campos de la tierra mía / llegué al Paseo del Rastro, / me di de ojos con la luna blanca, / habitando el azul celeste, /en competencia con el sol / que abriga los inviernos». «Y, a veces, permitir que me escondan nubes / para llorar como el diluvio sobre los campos recios / y así hoy, ayer y tal vez mañana». «En abril el de las lilas / y las flores a porfía / en el jardín te veía / reflejada en mis pupilas».
«Escribo: / porque miro y quiero ver / con los ojos del cuerpo y con los ojos del alma / los cerezos de mi jardín, / que ya visten de nácar y relucen / más allá del infinito…. Para pregonarlo». « ¡El cerezo ha florecido! / Cuenta el jilguero al trinar. / El naranjo ha despertado, / ¿huele usted ya, el azahar? / Abra la ventana madre. / Ábrala de par en par».
P. Finalmente, hablemos de autores de la literatura universal. ¿Con cuáles te sientes más atraída?
R. Ahí van algunos nombres y citas sugestivas.
Jaime Gil de Biedma: «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde».
Chantal Maillard: «Escribir para curar (...) Escribir para sentirse viva».
Wislawa Szimborska: «Nada ocurre dos veces».
Luis Cernuda: «Para unos vivir es pisar cristales con los pies desnudos; / para otros vivir es mirar el sol frente a frente».
Juan Ramón Jiménez: «Novia del campo, amapolita, amapola / ¿Te quieres casar conmigo?».
Luis Pimentel: «Por qué un pájaro es siempre cosa nueva para nosotros».
Tagore: «El bosque sería muy triste si solo cantaran los pájaros que mejor lo hacen». León Felipe: «Volveré