01 de mayo de 2025

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De Crónicas

"LOS POZOS DE LA NIEVE. PATRIMONIO DEL FRÍO". UN LIBRO DE DÁMASO BARRANCO

Jesús Mª Sanchidrián Gallego
  • 27 de Abril de 2025

El pasado 3 de abril se presentó en el Museo de Ávila el libro “Los pozos de nieve. Patrimonio el frío”, del que es su autor el  maestro y profesor de filología moderna Dámaso Barranco Moreno. Durante el acto se proyectó el documental de Eugenio Monesma titulado ‘Los empozadores y las neveras naturales de hielo. Conservación ancestral de la nieve para el verano’, en el cual se muestra la técnica ancestral de la fabricación de hielo, lo que es tremendamente ilustrativo para conocer su proceso de elaboración que.puede visionarse gratuitamente en internet.  

Dado entonces que se trata de una obra novedosa que viene a completar el conocimiento que se tenía de los llamados pozos de la nieve, unas infraestructuras protoindustriales características de muchos pueblos, y que en Ávila tiene un llamativo ejemplo junto a la muralla, es por lo que bien merece nuestra atención en estas páginas.

El libro ha sido editado por la Asociación de Amigos del Museo de Ávila, quien lo ha querido compartir con todos los abulenses atendiendo a uno de sus fines: «la divulgación de conocimientos obre manifestaciones artistas en la provincia de Ávila y el patrimonio artístico e histórico». Y ello ha sido posible gracias a las aportaciones particulares de los miembros de la Asociación y sin ayuda de ningún tipo.

A continuación, y como acercamiento a la obra y al proceso de producción manufacturera de transformación de la nieve en hielo, retomamos los textos utilizados en la presentación del libro con el mismo ánimo divulgativo y destacando el amplio abanico que se trata, el cual recoge aspectos históricos, singulares arquitecturas, originales procesos fabriles, populares oficios y ocupaciones, actividades de arrieros y trajinantes, intervenciones en paisajes y naturalezas, descubrimientos de neveros y ventisqueros, hábitos populares de consumo, nominaciones del callejero, etc.

PATRIMONIO DEL FRÍO.

Todo empezó cuando el hombre decidió atrapar la espuma del cielo antes de su evaporación, manteniéndola viva, pero encerrándola como nata y aprisionándola en una singular cárcel húmeda y fría. No se trata de esa espuma contaminada de algunas nubes, ni de esa otra emulsionada por las aguas sucias. Es nieve pura, algodonada y frágil como si fuera de cristal. Esa que antes fue agua de nube, y luego cae como estrellitas blancas, que desaparecen al tocarlas, y que, vistas al microscopio, adoptan formas caprichosas y especialmente hermosas.

Precisamente, del aprovechamiento de la nieve para conservar y transportar alimentos, refrigerar bebidas y elaborar helados, así como para su utilización como agente terapéutico, es de lo que se ocupa Dámaso Barranco Moreno en este trabajo, para lo cual hace un ameno recorrido por la historia desde la más remota antigüedad hasta hoy.

En dicho viaje histórico, observamos con especial atención la magnífica idea de construir espacios llamados pozos de nieve, lugares donde se podían conservar congeladas esas palomitas que caían del cielo en los duros inviernos. Y ello, con el fin de facilitar y popularizar el uso de tan original producto -antes reservado únicamente para los más ricos y pudientes- lo que se materializó y funcionó con éxito entre los siglos XVI y XIX por todo el mundo civilizado y, por consiguiente,  tanto en Ávila capital como en todo su territorio provincial.

Los primeros pozos de nieve se diseñaron a modo de sencillos depósitos cilíndricos excavados en el terreno, y que aparecen forrados en su interior bien en mampostería o bien en ladrillo, y, otras veces, encalados para conseguir una mejor impermeabilización. Siempre situados en estratégicos lugares de umbría para hacer posible la conservación del hielo en ellos fabricado a partir de una nieve previamente almacenada durante un largo periodo de tiempo, para con posterioridad hacer posible su comercialización.

A partir de mediados del siglo XVI, la nieve y el hielo dejaron de ser un artículo de lujo de nobles y clérigos, para convertirse en un producto barato de uso popular y cotidiano, al mismo tiempo que su comercialización hizo surgir una interesante actividad económica en la que se mezclan los oficios más tradicionales con novedosas técnicas  “cuasi” industriales. Y la materialización del original experimento de congelar y transformar la nieve en hielo derivó también en sugerentes manifestaciones etnográficas que tanto aportan a la cultura popular abulense, siendo este uno de los aspectos que, especialmente, cuidan el Museo de Ávila y su Asociación de Amigos.

Con más detalle, diremos que el clima frío de la capital abulense propició la construcción de pozos subterráneos que funcionaban como neveros o pozos de distribución de nieve y de hielo, de los que hay testimonios documentados de su existencia en El Episcopio y en el monasterio de Santo Tomás. También se conservan interesantes vestigios del pozo de nieve construido en el lienzo norte de la muralla, adosado al cubo número 38, precisamente, en la zona de más altitud (1.100 metros) y más sombría del recinto, cuyos restos fueron recuperados y rehabilitados en 2014 para facilitar su visita.

Como curiosidad sobre el pozo de la muralla abulense añadimos que su último usuario y beneficiario fue el hostelero José Álvarez Portal ‘Pepillo’, quien regentaba el café-restaurante de ‘La Amistad’ en la plaza del Mercado Grande. Álvarez Portal construyó en 1881su casa en la carretera de Villacastín, al norte de la Iglesia de San Vicente, próximo a la calle de la Parrilla, según planos del arquitecto Ángel Cosín. Era una vivienda de dos plantas levantada junto a otro pozo de la nieve de su propiedad, con el que complementa el negocio del existente junto al lienzo norte de la muralla obteniendo el preciado hielo para su establecimiento. Hielo que Álvarez Portal servirá y racionará al resto de establecimientos de la ciudad, lo que provocará la queja de los cerveceros: «Ahí tienen ustedes... ¡La cerveza caliente!... ¡La gaseosa como caldo!... ¡El helado frito!... La culpa de todo era del cafetero de enfrente [“Pepillo”].

Este cafetero tenía una especie de monopolio del hielo y cedía cantidades a su amigo el cervecero. Pero, naturalmente, aquel industrial se aprovechaba de la situación y mandaba el hielo lo más tarde posible» (León Roch, Por Tierras de Ávila, 1912).

En la provincia de Ávila también se conservan buenos ejemplos de pozos de nieve en Candeleda, Casillas, Cuevas del Valle, Navalperal de Tormes, Mombeltrán, Piedralaves, San Esteban del Valle, Villarejo del Valle y Villanueva del Campillo, así como en el término municipal de El Tiemblo (Valle de Iruelas), siendo éste, por haber sido rehabilitado, el mejor conservado.

Finalmente, la actividad tradicional que gira en torno a los pozos de la nieve dejó de ser rentable con la aparición de las primeras máquinas de refrigeración y las fábricas industriales de hielo, por lo que dichas construcciones fueron abandonadas.  Todo esto, y mucho más, se cuenta y documenta por Dámaso Barranco a lo largo de ciento cuarenta y dos páginas iluminadas con ciento cuarenta ilustraciones en el libro editado por la Asociación de Amigos del Museo de Ávila, fiel a sus fines fundaciones, apostando por el acervo cultural abulense y en defensa de nuestro patrimonio.

EL ESCORIAL.

Por otra parte, los Amigos del Museo Avanzando en el programa "apostando por nuestra cultura"  y a propósito del libro de Dámaso Barranco, viajaron el pasado 5 de abril hasta El Escorial para conocer de primera mano el Pozo de Nieve del monasterio.  Este se trata de una singular edificación construida en el siglo XVII según proyecto de Francisco de Mora, situada en la llamada Huerta de los Frailes, junto a la fachada sur del monasterio a cuyos pies se encuentra el estanque de regadío de las huertas, también de convalecientes.

El pozo servía de fresquera o nevera del monasterio, en cuyo interior se encontraba un gran foso en el que se almacenaban y prensaban las nieves de la sierra, según explicó Estíbaliz Chamorro, Técnico de Patrimonio Nacional. Además, los excursionistas abulenses del Museo conocieron también las estructuras hidráulicas reales del siglo XVI, como el Arca del Romeral, un aljibe o depósito abovedado  que recibía el agua de la presa del mismo nombre y la canalizaba hacia el monasterio. También pudieron verse otras arcas o registros procedentes de las calles Cebadillos y de  Carlos Ruiz. En esta oportunidad, hizo de guía el arqueólogo Carlos Caballero Casado, autor del libro Encerrar el frío. El pozo de Nieve de la Granja y el aprovechamiento tradicional de la nieve en el Guadarrama (Diputación de Segovia y Real Sitio de San Ildefonso, 2014).

EL FRÍO EN EL MUSEO.

También en la presentación del libro, Javier Jiménez Gadea, Director del Museo de Ávila, escribe sobre cómo podemos imaginar la nieve hecha hielo en el espacio expositivo de la Casa de los Deanes: «En un museo histórico es difícil exponer el frío, aunque está presente en él desde la primera vitrina. Las herramientas líticas del Paleolítico nos sumergen de lleno en un mundo cubierto por el hielo, donde nuestros antepasados fueron capaces de sobrevivir y progresar en un entorno helado. Pero el hielo debemos imaginárnoslo, porque se nos derrite.

En las siguientes vitrinas ya no hace tanto frío y la humanidad ha descubierto la agricultura y la ganadería, pero el hielo, ahora que ha desaparecido del entorno, debe buscarse precisamente para conservar los alimentos. También hay que imaginárselo en las vitrinas, ya que sin él esas cerámicas, puntas de flecha, collares, fusayolas, etc., no podrían haberse fabricado ni usado por quienes lo necesitaron para conservar los alimentos y las bebidas que les permitieron vivir. Pero se sigue derritiendo… Y así, pasarán las vitrinas y las salas, y con ellas el tiempo, hasta llegar a hoy -o ayer, mejor dicho-, y aunque no podamos verlo en ellas, el hielo siempre está y nos acompaña. Pero se derrite, siempre se derrite…

Por ello, desde que desapareció del entorno glaciar, hemos necesitado retenerlo y conservarlo, porque, al igual que nuestros antepasados desde el Neolítico, ha sido -hasta ayer- fundamental para nuestra supervivencia. Lo sigue siendo hoy, claro, pero ahora lo podemos fabricar, incluso para divertirnos y poder patinar o esquiar en estos tiempos en que ya no existe ni siquiera donde debería estar, en lo alto de las cumbres, disfrazado de nieve.

De todo esto nos habla mucho y bien Dámaso Barranco en este libro, de esa lucha permanente por el mantenimiento del hielo encerrando la nieve, de cómo hemos necesitado construir estructuras para enterrar lo que cae del cielo, y de cómo -de paso- lo hemos convertido también en un recurso económico que se compra y se vende.

Naturalmente, hay una mirada directa a Ávila, y es el recorrido  (material, archivístico y gráfico) por los pozos de la nieve y otras construcciones asociadas de nuestra provincia uno de los grandes aciertos de este trabajo. Porque el frío, ahora, ya no es hostil -como cuando cazábamos y recolectábamos- ni aliado -como cuando fuimos capaces de producir alimentos-. Hoy es patrimonio cultural, testigo de nuestra historia y supervivencia, y debemos, en consecuencia, velar por su memoria. Sirva este libro a la difícil exposición del frío en el museo».

EL HIELO EN NUESTRAS VIDAS.

El autor, Dámaso Barranco, antes de sumergirnos en el mundo del frío congelado, nos guía e introduce en el estudio realizado sobre la tradición histórica de fabricación del hielo a partir de la nieve en el siguiente texto que sirve de preámbulo: «Cuando en la actualidad llegamos a nuestro domicilio y abrimos el frigorífico para servirnos una bebida fría, o para echarnos unos cubitos de hielo en nuestra coctelera, no somos conscientes de la suerte que tenemos de poder disfrutarlo.

Nos parece algo tan totalmente natural la realización de estos gestos, que no nos paramos a pensar que tales acciones eran inimaginables para la gran mayoría de nuestros antepasados más cercanos; y que el frigorífico ha sido, hasta un tiempo relativamente muy próximo, un electrodoméstico poco habitual en nuestras viviendas; ya que, incluso hasta en los juveniles años de nuestros abuelos, únicamente algunos pocos hogares privilegiados podían permitirse el acceso a su utilización; por ello, durante gran parte de la historia de la humanidad, el único hielo del que podía disponer la mayoría de la población para cubrir las necesidades que de él se tenían, era el que se obtenía por compactación de la nieve caída y acumulada en los ventisqueros de las sierras más o menos cercanas a nuestras poblaciones, el acumulado en simas u oquedades, o bien el obtenido por la congelación del agua acumulada en las charcas naturales, o en las artificiales cercanas a ríos o fuentes creadas al efecto. Circunstancia que únicamente acontecía durante los periodos de heladas o nevadas invernales.

Dicho lo anterior, hemos de tener en cuenta que no es hasta principios del siglo XVI, momento en el que poco a poco la costumbre de tomar bebidas refrigeradas dejó de ser exclusiva de las clases privilegiadas para convertirse en una necesidad social, cuando la capacidad de poder disponer de nieve y de hielo se hizo más apremiante, y ello motivado, además de por lo que acabamos de citar, por la progresiva utilización de estos elementos tanto en procesos de conservación de alimentos como en el de diversos tratamientos terapéuticos; circunstancia que propició, primero la introducción y creación en nuestro territorio (año1.589) y, posteriormente la progresiva proliferación de las construcciones conocidas como pozos de nieve. Años después, y ya adentrados en el siglo XVII, periodo en el que el incremento de su demanda hizo que la industria del frío fuera desarrollándose hasta que, llegados al final de la etapa conocida como  del  Antiguo  Régimen  (año 1799) fuera capaz no solo de poder proporcionar dichos productos durante todo el año, sino la de alcanzar la capacidad productiva para abastecer las necesidades de toda una mayoría social, y ello a pesar de la complejidad que eso conllevaba dada la efímera presencia de la nieve en nuestro territorio, tan condicionada por el medio físico y la estacionalidad climática. Tarea que consiguieron se convirtiera en un negocio generalizado y rentable, promoviendo y multiplicando los citados pozos de nieve, edificaciones que, en la actualidad, para las nuevas generaciones, tan solo son vestigio y arqueología.   

Es harto conocido que las tierras abulenses, por enclavar en su territorio a la Sierra de Gredos, centro neurálgico de todo el Sistema Central y situarse a una altura media de 1.131,8 m. sobre el nivel del mar, siendo por ello las que alcanzan la cota relativamente más alta de todo el territorio peninsular hispano, nunca sus habitantes se han sentido ajenos a la presencia de la nieve. Elemento y circunstancia que propiciaron que, como aconteciera a nivel global, durante el periodo transcurrido desde principios del ya citado siglo XVI hasta las primeras décadas del XX, la nieve en ellas existente se convirtiera en un producto de gran interés comercial como materia prima para la producción de hielo; hasta que, llegados a esas citadas primeras décadas, la competencia entre el hielo natural y el creado y mantenido de forma artificial determino? que, lo que hasta ese momento venía siendo una muy lucrativa industria, terminara por perder toda rentabilidad; tanto más, cuando que, a la citada competencia, se le venía uniendo una cada vez más onerosa carga fiscal. Mas, no obstante a todos los avatares históricos transcurridos en relación con la nieve y con la citada industria del frio, el territorio abulense nunca ha estado desvinculado ni de ella ni de la producción del hielo, como viene a demostrarlo que, llegados a la actualidad, la empresa fabricante de ‘Procubitos’, asentada en la localidad abulense de Cebreros, sea la mayor productora de cubitos de hielo de todo el territorio europeo».

SUMARIO. Atendiendo al carácter didáctico y divulgativo de la obra, su contenido responde a un ilustrativo índice o sumario encabezado por textos de presentación y preámbulo que han quedado transcritos y por la idea del autor de destacar la importancia que tuvo la actividad de obtención y comercialización del hielo en las formas de vida de nuestros antepasados. Finalmente, el libro se cierra con un amplio apartado en el que se reseñan las valiosas fuentes documentales y archivísticas manejadas y la amplia bibliografía consultada.

En cuanto al contenido del libro propiamente dicho, el mismo se estructura en los siguientes capítulos: Capítulo I. La nieve. 1.1. Introducción: La nieve, su efecto vivificador, y su incidencia en diferentes aspectos de la actividad humana. 1.2. La nieve y su utilización como materia prima indispensable en la creación de la primera industria del frío.  1.3. La generalización del mercado de la nieve y de la industria del frío.

Capítulo II. El hielo. La obtención del hielo con anterioridad a la aparición de los pozos de nieve. 2.1. La pequeña edad del hielo y su incidencia en la creación y proliferación de los primeros pozos de nieve. 2.2. Sobre la creación de La Casa de Arbitrios de la nieve y hielos del Reino, 1606 a 1683.

Capítulo III. Los pozos de la nieve. 3.1. El pozo de nieve: características y tipología constructiva. 3.2. Condicionantes constructivos previos a la realización de un pozo de nieve. 3.3. El proceso ejecutivo de un pozo de nieve y sus diferentes elementos constructivos. 3. 4. El pozo de nieve como explotación industrial, los promotores y el encargado del. Pozo. 3.5. Los trabajadores del hielo. 3. 6. Los trabajos previos al llenado del pozo y secuenciación gráfica del proceso de dicho llenado. 3.7. Recogida, acopio y su acercamiento de la nieve hasta la puerta o boca del pozo. 3.8. Secuenciación del proceso de empozamiento. 3. 9. El proceso de extracción: Secuenciación gráfica. 3.10. El proceso de distribución. 3.11. El incremento de la producción de hielo y la generalización de las bebidas frías. 3.12. La explotación de los pozos, el abastecimiento y la fiscalidad aplicada a la industria del frío. 3.13. La explotación de los pozos de nieve tras suspenderse el monopolio de la venta de su producción.

Capítulo IV. Pozos de la nieve y patrimonio abulense del frío.  4.1. Los pozos de nieve y el desarrollo de la industria del hielo en la provincia de Ávila y zona norte del Sistema Central. 4.2. Sobre los restos constructivos, y otros vestigios en el territorio provincial abulense. 4.3. La importancia de la industria de la nieve en Ávila.

Por otro lado, no se olvida Dámaso Barranco de agradecer el éxito de su investigación «a quienes le han facilitado información, referencias documentales y fotografías; a los que compartieron la gestación y el desarrollo de este trabajo; a cuantos me ha alentado para llevar a cabo la presente publicación; a las personas que han intervenido en su edición, y más concretamente a Efrén Barranco Barroso, Jesús Gascón Bernal, Miguel Ángel Jiménez Jiménez, Ricardo Guerra Sancho, José Luis Díaz Segovia y Serafín de Tapia, así como al director del Museo de Ávila y al presidente de la Asociación de Amigos, además de otros que también se citan en el libro».

COLOFÓN.

Como colofón del libro se ha querido hacer coincidir la fecha de su impresión (21 demarzo de 2025) con la conmemoración del primer Día Mundial de los Glaciares, declarado por la ONU  junto con el Año Internacional de los Glaciares 2025. Dicha circunstancia nos brinda ahora una oportunidad para sensibilizar a la opinión pública mundial sobre el papel fundamental de los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático y el ciclo hidrológico, así como sobre las repercusiones económicas, sociales y medioambientales de los cambios inminentes en la criosfera de la Tierra. Los glaciares son los centinelas helados de la naturaleza, vastos ríos de hielo y nieve que esculpen la Tierra, testigos silenciosos del paso del tiempo y de los cambiantes ritmos de nuestro planeta. Esenciales para el ecosistema de la Tierra, actúan como reservas críticas de agua dulce e indicadores de la salud del planeta. Son también ellos los que proporcionan agua a millones de personas, regulan los niveles del mar y apoyan la biodiversidad.

Sin embargo, estos gigantes de hielo y nieve están bajo amenaza. El aumento de las temperaturas globales está provocando un retroceso alarmante de los glaciares, lo que genera escasez de agua, aumento del nivel del mar y un probable incremento de desastres naturales tales como inundaciones o deslizamientos de tierra. Estos cambios en cascada ponen en peligro los ecosistemas, los medios de vida humanos y las economías en todo el mundo. Para abordar este desafío urgente, es esencial tomar medidas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En definitiva, se trata también de aprovechar la ocasión para de reivindicar la necesidad de actuar cuanto antes para preservar el papel vital de los glaciares en el sostenimiento de la vida en la Tierra para las generaciones venideras. 

EL AUTOR.

Sobre Dámaso Barranco Moreno, autor del manual que nos ocupa, elaborado para entender todo sobre el proceso de fabricación del hielo a partir de la nieve, diremos que es un miembro veterano de la Asociación de Amigos del Museo de Ávila. Nació el 1 de noviembre de 1943 en Villanueva del Campillo (Ávila), y a los nueve años ingresó en el Colegio Apostólico de PP. dominicos de Arca Reales de Valladolid, donde permaneció hasta el inicio del noviciado. Posteriormente, terminó los estudios de magisterio en la Escuela Normal de Ávila, profesión a la que dedicó la mayor parte de su vida, y de la que más orgulloso se siente. Bastantes años después, inició, en la UNED, estudios de derecho, se licenció en pedagogía, y se especializó en filología moderna -inglés y literatura castellana-, carrera a la que dedicó su labor educativa.

Ejerció el magisterio en la localidad abulense de Fresnedilla, en las cacereñas de Navezuelas, hizo el servicio militar en Melilla donde dio clases, lo mismo que en  Albalá y Coria. Después, fue maestro en Villanueva del Campillo, donde, en unión con un grupo de cinco sacerdotes de Ávila capital, realizó cuatro años de estudios teológicos (periodo de furor de la temática del Vaticano II, y de la teología de la liberación). Luego enseñó en Móstoles y, tras estos destinos citados, toda su vida docente la desarrolló en Ávila Capital: Aneja, Centro Penitenciario de Brieva y, finalmente, en el IES Jorge de Santayana, donde se jubiló como profesor de lengua y literatura.

Su afición a la historia le ha llevado a publicar varios libros, relacionados con Ávila y su tierra, de los que destacan los siguientes títulos: En busca de la raíces de Villanueva del Campillo; Una aproximación histórica a dos comunidades de Villa y Tierra abulense  -la Episcopal Bonilla y la Señorial Villatoro-; El Temple, su implantación en Castilla y León y los vestigios de su paso por el territorio abulense; y El Monasterio Agustino de Nuestra Señora del Risco - Amavida (1525-1836). Entre su obra poética sobresale el poemario Huellas sobre el Granito. En Ávila Teresa, que responde al estilo de la mística sufí, libro ilustrado por el magnífico pintor abulense Ricardo Sánchez. También ha publicado estudios en la revista Cuadernos Abulenses que edita la Institución Gran Duque de Alba, de la que es miembro colaborador.