La exposición del llamado «El Cristo de Dalí», de la Kelvingrove Art Gallery and Museum de Glasgow, y su vinculación con el dibujo inspirador de esta pintura, conocido como «El Cristo de San Juan de la Cruz», el cual se conserva en el monasterio de la Encarnación de Ávila, es el motivo que nos lleva a reencontrarnos con Salvador Dalí en esta ciudad que un día lo vio pasar y lo apresó en su memoria. La muestra primero tuvo lugar en el Teatro-Museo Dalí de Figueres en el periodo 225.10.2023- 30.04.2024, con cuyo motivo se publicó el ensayo ¿Por qué Dalí. El enigma como provocación den el arte (Planeta, 2023). Posteriormente, el escenario expositivo elegido fue la iglesia de San Marcello al Corso de Roma, desde el 13 de mayo al 23 de junio de 2024, donde también se expuso el dibujo-reliquia de Cristo Crucificado realizado por San Juan de la Cruz.
La certeza y evidencia sobre la presencia de Salvador Dalí en Ávila, donde tiene lugar la gestación del proceso creativo de la pintura, resulta una sugestiva cuestión de orgullo para los abulenses. Más más aún, sabiendo que dicha presencia se materializó a través de los santos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Santa Teresa fue la referencia femenina del neomisticismo que ideó Dalí para la película «Alma» y otras obras, mientras que el dibujo de Juan de Yepes fue el inspirador del cuadro «El Cristo». Con todo, Ávila presume de ser catalizadora de la mirada ‘daliniana’, como también lo fue de otros renombrados artistas, entre ellos Sorolla, Vázquez Díaz, López Mezquita, E. Chicharro Agüera, Rivera, etc.
Además, resultan interesantes los testimonios abulenses sobre Dalí, cuando los relacionamos con la pintora Nanda Papiri, mujer de Eduardo Chicharro Briones, musa del postismo y vecina que lo fue de Ávila y donde está enterrada; con la atracción artística que sintió por la bailaora Micaela Flores “La Chunga”, quien matrimonió en la iglesia de San Pedro de la capital; y con la exposición del Museo de Ávila, donde lució un botijo decorado de la colección del cantaautor y folclorista Ismael Peña. Igualmente, Ávila se puede intuir conectada con Dalí a través de la amistad y/o el compañerismo y la cercanía que un día tuvo el pintor con otros tantos personajes que también dejaron huella en la ciudad, como fueron Lorca, Juan Vicens y María Luisa González, Vázquez Díaz, Benjamín Palencia, Gregorio Prieto, Maruja Mallo, y López Anglada, por ejemplo.
VISITA ANUNCIADA.
Adentrados en un primer momento en la ruta ‘daliniana’ imaginaria, intentaremos recomponer el itinerario que debió seguir hasta Ávila allá por el año de 1948 y el efecto que ello supuso en su deslumbrante proceso creativo impregnado del misticismo teresiano y sanjuaniego. En cuanto a la primera y única noticia en la que se anuncia la visita de Dalí a Ávila, esta fue la publicada en varios medios el 3 de diciembre de 1948: «Dalí llega a Barcelona. Procedente de Italia ha llegado el pintor español Salvador Dalí, acompañado de su esposa. Mañana continuará viaje a Madrid y visitará Toledo, Salamanca, Ávila y Segovia» (Diario de Burgos, Diario Baleares, Yugo [Almería], Imperio [Zamora], La Almudaina [Mallorca] y La Vanguardia [Barcelona]).
La llegada a Madrid se anuncia así en la prensa: «Salvador Dalí, cineasta. El Pintor Salvador Dalí ha llegado hoy a Madrid, desde donde se trasladará a Nueva York. Antes recorrerá varias ciudades castellanas, especialmente Ávila, que le interesa para un film sobre santa Teresa» (Informaciones, 8.12.1948; La Voz de Castilla [Burgos], Amanecer [Zaragoza] y Sevilla [Sevilla] del 9.12.1948). También se dice: «Dalí, a Madrid. Ayer, a primera hora de la tarde, salió de Barcelona, para Madrid, en automóvil el pintor Salvador Dalí. Piensa visitar Toledo, Segovia y Ávila, y el día 21 embarcará en Gibraltar para regresar a Estados Unidos. En junio de 1949 se propone volver a España para inaugurar una Exposición y abordar sus proyectos cinematográficos» (La Vanguardia, Ya y ABC, 10.12.1948). Y sin solución de continuidad, resulta que a los diez días, Dalí se fue sin dejar rastro de su visita a Ávila y sí de su regreso a Estado Unidos: «Algeciras, 20.- Ha pasado con dirección a Gibraltar el pintor Salvador Dalí, que igualmente embarcará con dirección a Norteamérica» (El Adelantado de Segovia, 20.12.1948).
Efectivamente, sorprende que de aquella visita no haya quedado rastro alguno en la prensa de la época, lo cual nos resulta más extraño todavía cuando observamos que en esos días el pintor es habitual noticia de actualidad. Así, El Diario Palentino se entretiene hablando de los bigotes de Dalí, a los que “debe su genialidad”, titula (DP, 19.12.1948). Igual que lo hace el diario ABC ese mismo día en una entrevista de Miguel Pérez Ferrero que rotula: «Dalí, la realidad y la extravagancia».
En parecidos términos se expresa en estas fechas Gabriel García Gil: «Todo el mundo cree conocer al pintor español Salvador Dalí. Son muy pocos los eruditos o aficionados al arte que no nos hayan referido alguna anécdota sobre sus extravagancias. Para nosotros, desde que aprendimos el nombre de este catalán universal, más que las características de su pintura, las circunstancias y pormenores de su vida nos lo presentaban como un fenómeno del excentrismo sin posible comparación» (Imperio [Zamora], 24.12.1948 y Amanecer [Zaragoza], 28.12.1948)
Más aún, sorprende que El Diario de Ávila tampoco apuntara nada sobre la referida visita y, sin embargo, sí que lo hace en esas fechas, el 29 de diciembre de 1948, sobre las excentricidades de Dalí: «Así va el mundo. Por la extravagancia hacia la popularidad. Una de la maneras más eficaces de granjearse una rápida popularidad es practicar una intensa extravagancia personal… Esto ocurre, por ejejmplo con Valle Inclán».
Y continúa esplayándose el periódioc abulense: «Salvador Dalí, hoy, es uno de los más representativos casos de hasta donde ayuda la extravagancia a lograr la popularidad. Con sus respuestas absurdas, aunque al mismo tiempo inteligenTes en sumo grado, ha logrado centrar sobre sí lo mismo en Estados Unidos en España y otros países, la atención y curiosidad de las gentes. Se habla de su estrafalario bigote, de su mirada de orate, de sus extraños hábitos y conducta y esto le proporciona una aurelola de popularidad. Su creación artística interesa más que nada porque es suya. Es claro que si esta creación no tuviera también “algo”, las extravagancias de Dalí solas no le hubieran servido para ganar una reputación de grande y revolucionario artista. Pero de la misma manera estamos por asegurar – y él estará de acuerdo, por algo lo hace – que si no cultivara la extravagancia – que a a veces se llama “temperamento”- no habría logrado la popularidad que hoy disfruta» (DAV, 29.12.1948).
Llegados a este punto, se suscita curiosidad y un sano ánimo detectivesco por saber y comprobar que, ciertamente, el pintor había visitado el convento de la Encarnación para observar de primera mano la estampa de la reliquia que allí se venera. La incógnita que se origina entonces se convierte en un atractivo misterio hacia lo desconocido que deja en el aire ese querido encuentro que no dejó testigos.
EL CRISTO DE ÁVILA.
El interés por saber de la visita de Dalí a Ávila cobró actualidad en 1951, año en el que Dalí terminó su famoso cuadro del Cristo, el cual fue expuesto en Madrid en la I Bienal de Arte Iberoamericano celebrada entre octubre de 1951 y febrero de 1952. Dalí escribió entonces: «Mi principal preocupación era pintar a un Cristo bello, como el mismo Dios que él encarna», y es por eso que lo pinta desde arriba, elevado a la cruz y resucitado (Manifeste Mystique, Paris, 1951; El Ampurdanés, noviembre 1951; Obra completa, vol. IV, Destino, 2003).
De la misma manera, en dicho manifiesto aparece el artista reivindicador de los místicos abulenses: «Se llega al éxtasis místico por el camino de la perfección de santa Teresa de Ávila, y por la penetración sucesiva de las moradas del castillo espiritual». Y añade, sobre San Juan de la Cruz que es el máximo exponente poético del misticismo militante español que Dalí actualiza», apreciaciones estas en las que coincidimos con Carmen Ruiz (¿Por qué Dalí?, 2023).
Dalí explicaba también cómo había quedado deslumbrado por los «Sonetos del amor oscuro», poemas de San Juan de la Cruz que le recitaba García Lorca, visitador de Ávila en 1916. Y lo mismo que Dalí quedó cautivado en el convento de la Encarnación, su amigo Federico se sintió igual al recorrer sus estancias (Impresiones y paisajes, 1918). Recuerdo que perdura hacia la flamenquísima y enduendada Santa Teresa: «flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases magníficos, que lo hizo; no por presumir de guapa delante de fray Juan de la Miseria ni por darle una bofetada al Nuncio de Su Santidad, sino por ser una de las pocas criaturas cuyo duende (no cuyo ángel, porque el ángel no ataca nunca) la traspasa con un dardo, queriendo matarla por haberle quitado su último secreto, el puente sutil que une los cinco sentidos con ese centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo» (Teoría y juego del duende, 1933).
Abundando de nuevo en las indagaciones practicadas en aquellos años para saber del paso de Dalí por la ciudad, El Diario de Ávila, sin resolver el enigma, publicó el 8 de febrero de 1952 con fotografía de Mayoral, el resultado de las pesquisas que había hecho el fraile PP. Luis, quien cuenta así lo que averiguó en en la Encarnación: «La demandadera nos facilita comunicación con las monjitas de este convento, que nos enseñan el relicario donde, juntamente con otros recuerdos de San Juan de la Cruz, está el original pintado por el Santo y una copia obtenida de este… Le preguntamos si recuerda que alguien haya estado tomando apuntes del Cristo, diciéndonos que varias personas lo han intentado, aunque han desistido de ello, diciendo que era muy difícil. Insistimos en la pregunta, esta vez dándola señas del famoso pintor surrealista, y ella, después de quedarse pensativa unos segundos, nos constesta: sí, yo creo que por las señas que me dá, sí que era ese, aunque pasan tantos por aquí que no le puedo dar seguridad de nada».
Y ante la duda, «la señora, ya metida de lleno en el asunto, nos sigue contando que hay muchos que llegan preguntando exclusivamentepor ese Cristo, y cómo al verle, comentan el parecido con el [de Dalí] que admiraron en la Exposición [Primera Bienal de Arte Iberoamericano], observando casi todos ellos el detalle de que el Cristo de Dalí tiene cuatro clavos y este solamente tres. Y cuando coronábamos la cuesta del Mariscal pensábamos ¿será cierto que Dalí tuvo que venir a inspirarse a este rincón castellano para lograr su famoso cuadro, que le ha valido más que una quiniela de los catorce?» (DAV, 8.02.1952).
Para dar luz sobre las pesquisas del Diario, el propio Salvador Dalí dejó escritas sus impresiones al contemplar el Cristo dibujado por San Juan de la Cruz, emoción que solo puede producirse al tener el original ante los ojos y entre las manos, sin que esa pasión y sensación pudiera despertarse al contemplar la vieja fotografía en blanco y negro que había publicado su amigo el padre carmelita fray Bruno de Jésus-Marie (Saint Jean de la Croix. París: Librairie Plon, 1929), lo que le permitió anotar: «Gracias a las indicaciones del padre Bruno, vi el Cristo dibujado por San Juan de la Cruz, resolví geométricamente un triángulo y un círculo en una figura que estéticamente resume todas mis experiencias precedentes», tal y como recogen J.C. Oliver y Lino Cabezas en su excelente trabajo dedicado a la imagen del crucificado en Salvador Dalí y Juan de la Cruz (Locus Amoenus, UAB, 14/2016).
En la misma línea, el fuerte impacto que supuso la divulgación fotográfica del dibujo de San Juan de la Cruz influyó en la obra del pintor José María Sert, autor del mural titulado «La intercesión de Santa Teresa en la Guerra Civil española» realizado por encargo del Vaticano para el Pabellón Pontificio de la Exposición Universal de París de 1937. La obra, que se encuentra actualmente en el Museo Reina Sofía de Madrid, tiene una extraordinaria coincidencia narrativa en la representación de Cristo con el dibujo de San Juan de la Cruz y con el que años después compuso Dalí, excepción hecha del tratamiento político franquista de la época de la pintura de Sert (Opus. cit. Locus Amoenus, 14/2016).
En ese periodo de 1929 de estancia en París, donde conoce al padre Bruno, Dalí experimenta un cambio que le hace pasar de un surrealismo sacrílego y profano hacia un nuevo surrealismo místico, de ahí la incorporación de temas religiosos en su obra artística, cuya evolución culmina en el Manifiesto místico de 1951. Por último, Dalí declara: «Mi cuadro fue inspirado por los dibujos en los que mismo San Juan de la Cruz representó la Crucifixión. En mi opinión ese cuadro debió ser ejecutado como consecuencia de un estado de éxtasis. La primera vez que vi ese dibujo me impresionó de tal manera que más tarde, en California, vi en sueños al Cristo en la misma posición pero en paisaje de Port Lligat y oí voces que me decían: ‘Dalí tienes que pintar ese Cristo!”. Y comencé a pintarlo al día siguiente» (Scottish Art Review, vol. IV, 2/1952).
Por todo, hoy es asumido que en alguno de los días comprendidos entre el 11 y el 19 de diciembre de 1948, Dalí visitó Ávila. Y lo hizo en busca del ambiente místico y seductor que le sirviera para su película de Santa Teresa de Jesús, a la vez que descubrió en el convento de la Encarnación, que fue casa de la Santa, la espiritualidad creativa de San Juan de la Cruz. Y de ello nos convenció también el profesor Ignacio Gómez de Liaño, autor del libro El camino de Dalí (Siruela, 2004), y conferenciante el 14 de octubre de 2023 en la sede de la Fundación Santiago Pérez Gago de Salamanca. Lo mismo que también se afirma en otros muchos textos, por ejemplo en Salvador Dalí. La alquimia de un genio (Serena Montesarchio y Pina Varriale, 2020), y, especialmente, por Javier Sierra (¿Por qué Dalí?, Planeta, 2023; y DAV, 7/11/2023), entre otros títulos.
PELÍCULA DE SANTA TERESA.
Según las noticias que avanzaron la visita de Dalí a Ávila, su motivo fundamental era la de conocer de primera mano la ciudad en la que nació y vivió Santa Teresa de Jesús. Sobre ello, al calor de la actualidad y supuesta reciente visita a Ávila de Dalí, Gabriel García Gil recoge las palabras del pintor en la conversación mantenida con él, brindada por Eduardo Chicharro Briones, otro pintor «también bastante original y extravagante», dice, e ideólogo del «postismo» en Ávila:
«- No es propiamente una película sobre la Santa de de Ávila. Es algo superior a esto. Un proyecto de película que refleje la dimensión sustantiva del espíritu español, que para mí es esa dimensión mística latente en los poemas de San Juan de la Cruz o en los lienzos de Zurbarán. Con ella iniciaría un movimiento de vuelta a los principios católicos, inaugurado ya en algunos países europeos y de indudable sinceridad en lo que se refiere a las mejores tradiciones hispánicas.
Cuando insinuamos [dice el entrevistador] el peligro de regionalismo o localismo que podía amenazar a un “film” de exclusivo ambiente castellano, Dalí nos argumentó con palabras suyas y con citas de otros autores: -Yo opino, con Montaigne, que lo más local, lo que aparentemente está más limitado y se ofrece a primera vista como lo más típico o castizo, es lo que más fácilmente triunfa en el mundo. Parece que se extiende en razón inversa a su pequeñez inicial. Mucho mejor -añade- cuando este fenómeno sería, en el caso de dicha película, un factor de escenario diferente al sentido extensísimo del pensamiento místico de estos autores» (Imperio [Zamora], 24.12.1948 y Amanecer [Zaragoza], 28.12.1948)
Del proyecto cinematográfico, también se hace eco la revista Primer Plano (9.01.1949): «Salvador Dalí hará una película en España. En unas recientes declaraciones, Salvador Dalí ha manifestado su propósito de hacer en España una película sobre Santa Teresa de Jesús, cuyo guión y decoración estarán todos hechos por él. Esta película no recogerá la biografía de la Santa, sino la ‘dimensión sustantiva del espíritu español que late en los poemas de San Juan de la Cruz y en los lienzos de Zurbarán».
Aunque la noticia debiera haber despertado gran expectación en Ávila, su eco no llegó hasta casi dos años después, tal y como lo reseña el cronista oficial Eduardo Ruiz Ayúcar: «Mientras escribe su autobiografía en el retiro de Cadaqués, Salvador Dalí, el artista español, ha declarado a un periodista que tiene el proyecto de realizar su antiguo propósito de filmar una película sobre santa Teresa de Jesús con Greta Garbo [su actriz preferida] como protagonista» (DAV, 2.09.1950).
Sin embargo, no convenció mucho a don Eduardo que fuera Greta Garbo la actriz que encarnara a Santa Teresa. Y es que, según él, la Garbo no parce que tuviera «perfectamente limpia su fama moral», y que algunas de sus películas son «francamente reprobables en el aspecto moral». Por ello, «nunca podrá hacer desaparecer Greta de la retentiva de los que la vieron, aquellas efusivas escenas, aquellas fuertes representaciones de El Demonio y la carne, Ana Karenina, Cristina de Suecia, y Margarita Gautie, pongamos como ejemplos más conocidos».
Y concluye Ruiz Ayúcar: «Las cosas santas solo santamente deben tratarse, y no es lo mismo realizar una excentricidad en el “Tenorio” o en “Salomé”, obras imaginativas, que en la vida de Santa Teresa… Está muy alta la Santa para consentir que se la quiera hacer descender un milímetro a causa de una extravagancia» (DAV, 2.09.1950).
Aunque la película no llegó a realizarse, por lo que la polémica se dio por zanjada, Dalí se había adjudicado todos los papeles: guionista, productor y director de primer film neomístico de la historia del cine español, anota Carmen Ruiz (¿Por qué Dalí?, 2023). El guión, firmado en 1952, tomó el título de El alma, donde Teresa de Ávila aparece «narrada por una monja en el colegio del principio del filme; el gusano que se transforma en mariposa. Cada uno de estos elementos, gusano y mariposa, llegan a ser accesibles al público por una cadena ininterrumpida de “dobles imágenes”, gracias a las cuales, gentes y paisajes serán comprendidos progresivamente por el espectador como símbolos anímicos o terrestres» («El alma», Obra completa, vol. III, Destino, 2003).
A este respecto, en una entrevista del Herald Tribune de 1965, Dalí comenta que «para Santa Teresa de Ávila, una de las místicas españolas más grandes, la mariposa era el símbolo del alma. La fea y torpe oruga, o sea nuestro cuerpo, entra en la tumba, o sea el capullo. De esta muerte emerge la mariposa, bella y libre, sin ataduras a la tierra. Para mí, al igual que para Santa Teresa, la mariposa simboliza el alma del hombre» (“Entrevistas”, Obra completa, vol. VIII, Destino, 2003).
OTROS VÍNCULOS TERESIANOS.
El interés de Dalí por Teresa de Jesús es una constante significativa en su obra, intrigado como los demás surrealista por el trasfondo sexual del relato de Santa Teresa y por la relación entre el éxtasis religioso y la histeria. En 1933, el pintor hizo un collage titulado «El fenómeno del éxtasis», consistente en un fotomontaje a partir de una foto de de Brassaï del Éxtasis de Santa Teresa de Bernini y de recortes de rostros de mujeres en éxtasis (Minotaure, 3-4/1933).
En 1943, Dalí escribe la novela «Rostros ocultos» publicada en Estados Unidos (Hidden Faces, Nueva York, The Dial Press, 1944). En torno a la pasión sublimada (el cledalismo, neologismo acuñado por su autor) y con la II Guerra Mundial como marco. Es una novela demasiado barroca, aunque con momentos inspiradísimos de lírica y profundidad psicológica. Los personajes principales son el Conde Grandsillers y Madam Solagne de Cléda, los cuales están inspirados en dos mariposas: la acherontia artropos y la cledonia frustrada. Madame de Cledá está inspirada en Santa Teresa de Ávila, con un cierto atractivo que Dalí considera que consigue gracias a su espiritualidad que con la que construye un arquetipo de mujer mística.
Esto escribe Dalí en el prólogo de la novela: «Desde el siglo XVIII la trilogía pasional inventada por el divino Marqués de Sade ha permanecido incompleta: Sadismo, Masoquismo… Era preciso descubrir el tercer término del problema, el de la síntesis y la sublimación: “El cledalismo”, nombre que se deriva del de la protagonista de mi novela, Solange de Cléda. El sadismo puede ser definido como el placer experimentado a través del dolor infligido al objeto; el masoquismo, como el placer producido a través del dolor infligido por el objeto. El cledalismo” es el placer y el dolor sublimados por una absoluta identificación trascendente con el objeto. Solange de Cléda (…) es una santa Teresa profana. Epicuro y Platón ardientes en una sola llama de eterno misticismo femenino».
En 1954, Dalí diseña una joya que titula El cáliz de la vida, que describe como «CALICE SURREALISTE A FONTIONEMENT SIMBOLIqUE DE SAINTE TERESA DE JESÚS». El diseño se convierte en una joya once años después y representa la metáfora de la resurrección contada por la Santa, se dice en el catálogo de la colección de la Fundación Gala-Salvador Dalí de Figueras. Años después, en 1974 Dalí esculpió en bronce un busto de Santa Teresa cuyo rostro y manos emergen de un lienzo de pronunciados pliegues que semejan el alumbramiento de esa mariposa que nace de un capullo. Finalmente, una nueva alusión a Teresa de Jesús se muestra en un semblante tomado de la escultura de Bernini incrustado en la zona del vientre de un esqueleto de gorila, el cual se exhibe en el dormitorio de la sala del Palacio del Viento del Teatro-Museo Dalí.
CONTEMPORÁNEOS EN ÁVILA.
Ya dijimos al principio que Ávila se puede intuir conectada con Dalí a través de otros tantos personajes que dejaron huella en la ciudad, al tiempo que cultivaron admiración por el personaje y su obra. Antes ya reseñamos la amistad con Federico García Lorca y ahora nos detenemos en otros que formaron parte del círculo de amigos de Buñuel, Lorca y Dalí de la Residencia de Estudiantes durante el periodo 1919-1929. Tal fue el caso de los bibliotecarios de la generación del 27, María Luisa González Rodríguez y Juan Vicèns de Lallave, quienes contrajeron matrimonio en el pueblo abulense de Becedas donde compartían amistad con Unamuno, como ya escribimos en su día (DAV, 2.09.2018)
Benjamín Palencia, pintor del paisaje de abulense del valle del Corneja y de la propia capital, también conoció a Lorca, Buñuel, Dalí y Alberti. Fue uno de los grandes pintores predilectos de la Generación del 27 y director artístico de “La Barraca”, compañía en la que Lorca y Palencia formaron un binomio súper creativo. Y se da la circunstancia de que cuando Dalí aterriza en Ávila, Benjamín Palencia expone pinturas abulenses en las Galerías Palma y Clan (El Alcázar, 12.12.1948).
Daniel Vázquez Díaz fue profesor y amigo de Dalí en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, y su «primer Quijote d’orsiano», y en Ávila pintó con su peculiar estilo cubista de varias e interesantes vistas de la ciudad.
Nanda Papiri, esposa de Eduardo Chicharro Briones, fue una enamorada de Ávila, ciudad a la que siempre volvió hasta su muerte, además de ser la musa del movimiento postista. Fue una atrevida pintora de cuadros de estilo naíf, puntillista, onírico y surrealista, lo que le mereció una sugerente dedicatoria de Dalí titulada «Oda a Nanda Papiri». Una muestra de su obra se conserva en el Museo Reina Sofía en la colección “Vanguardia frívola”, curioso calificativo.
Gregorio Prieto, amigo de Chicharro y su esposa Nanda Papiri, es el pintor de las huellas abulenses de Isabel la Católica en los toros de Guisando que optó por caricaturizar a Dalí: «Tanto quiso tragar, tantas engullidoras lenguas sacaba, que las convertía en bigotes».
Maruja Mallo, la rompedora profesora de dibujo que lo fue en el Instituto de Arévalo en el curso 1933-1934, conoció a Dalí en la Real Academia de Artes de San Fernando de Madrid, y aunque no duró mucho allí, siguió manteniendo contacto con su amigos noctámbulos y aventuras intelectuales: Dalí, Lorca y Alberti. Dalí le decía: “Maruja, eres mitad ángel, mitad marisco”, a lo que ella contestaba con grandes carcajadas.
En 1961 se casa en la iglesia de San Pedro en Ávila la bailaora Micaela Flores «La Chunga», quien celebra la boda en el café-restuarante “Pepillo”. El frenesí de su baile llamó la atención de Dalí, quien le propuso una obra muy especial. Para ello dispuso un lienzo en el piso sobre el que deja varios tubos de pintura, y al son de la guitarra de Ramón Gómez, «La Chunga» bailó descalza sobre la tela extendiendo el color y creando así un nuevo arte, «la pintura con los pies» (DAV, 4.01.2025).
El poeta Luis López Anglada, afincado en la localidad abulense de Burgohondo, de donde es hijo adoptivo, y juglar de Fontiveros, entrevistó a Dalí con especial lirismo y sensibilidad haciéndonos cómplices de su arte: «será difícil que se dé, si es que se da, otro español tan rico de aventura, que dijera García Lorca. iOh, Salvador Dalí, de voz aceitunada!» (La Estafeta literaria, 15.06.1971).
Por último, en 1967, el folclorista segoviano Ismael Peña, «juglar del siglo XX» posa en una fotografía con su guitarra junto Dalí que lo abraza, y quien desde entonces saluda a sus visitas con una de sus canciones: «Dame la mano, dame la mano y la flor, que te doy mi amor». Ismael nos cuenta del pintor su gusto por la música del Padre Tomás Luis de Victoria y que con sus canciones le ha devuelto a su «interiorismo», allí donde se juntan Santa Teresa, San Juan de la Cruz y él (La Estafeta literaria, 11.02.1967). Dalí fue el primer “contribuyente” artístico a la formación de la espléndida colección de botijos de Ismael, la cual fue expuesta en el Museo de Ávila en 2022. A la sazón, en 1971 Dalí había trazado sobre el botijo de arcilla blanca una estilizada figura quijotesca, mitad músico mitad caballero, con su nombre dedicado a modo de escudo, apuntando luego: Ismael, «el cantante místico vertical más inspirado de la Tierra» (DAV, 11.12.2022).