64. MERCADO DE VICENTE CUTANDA.
Un mercado de Ávila es el título del cuadro que hizo en 1882 Vicente Cutanda y Toraya (1850-1925), una pintor frecuentemente galardonado en las Exposiciones Nacionales, como las de 1887 y 1892, caracterizado por una larga carrera dedicada a la pintura llamada “social”, por su temática reivindicativa de la clase obrera. En la Exposición de 1887 presentó el cuadro titulado ¡A los pies del Salvador! Episodio de una matanza de judíos en la Edad Media, que mereció una medalla de 3ª clase y pronto fue incluido en el catálogo fotográfico de Laurent. Cercano ya el año 1890, Cutanda pintó Santa Teresa en éxtasis en el coro de la catedral de Ávila, cuadro que, tal y como se reseña en el apartado dedicado a Santa Teresa, se encuentra en el Vaticano, conservándose de él una fotografía realizada hacia 1896 por Isidro Benito Domínguez (1874-1932), arquitecto diocesano de Ávila y gran aficionado a la fotografía.
65. CRISTOS Y TIPOS DE DARÍO DE REGOYOS.
La imagen de Cristo crucificado que se venera en muchos templos abulenses fue captada en uno de los dibujos del pintor de vocación europea Darío de Regoyos (1857-1913), uno de los más representativos de la pintura moderna. A su paso por la ciudad en julio de 1888, también esbozó el interior de la catedral y varias vistas de la plaza del Mercado Grande con el alegre tipismo de sus gentes. Es el mismo año en que la casa fotográfica francesa Lévy hace un reportaje de los monumentos de Ávila. Regoyos participó sin mucho éxito en la Exposiciones Nacionales de 1890, última que retrató la casa Laurent, y de 1892, en la que fue premiado el cuadro abulense El cordel de las merinas de Hernández Nájera.
66. MAESTROS EN ÁVILA.
El pintor, catedrático y académico José Moreno Carbonero (1858-1942), uno de los que mejor cultivó el tema histórico y el retrato, visitó Ávila en diversas ocasiones y lo reflejó en sus cuadros, como dice José Belmonte, a la vez que fue maestro de Eduardo Chicharro (1873-1943), de José Mª López Mezquita (1883-1954) y de Eduardo Martínez Vázquez (1886-1971), autores profundamente inspirados por Ávila y sus gentes. Moreno Carbonero participó en la mayoría de las Exposiciones Nacionales celebradas entre 1876 y 1899, donde la casa Laurent fotografío sus obras, y también en los certámenes de Munich, Viena, Budapest, Vaticano, Berlín y Chicago, en los que obtuvo importantes galardones.
67. PAISANOS DE SOROLLA.
Una fecunda y rica visión de Ávila fue la que retrató Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923), uno de los pintores más innovadores y prestigiosos de su tiempo. Su obra decimonónica fue expuesta con frecuencia en exposiciones nacionales e internacionales, y concretamente en las Nacionales de Bellas Artes celebradas entre 1881 y 1901, obteniendo en esta última la primera medalla, y en la cual también fue galardonado con una tercera medalla Juan Giménez Martín por La Catedral de Ávila. La casa Laurent, por su parte, retrató Boulevard de París, un cuadro extraño que obtuvo una medalla de segunda clase en 1890.
Sorolla acumuló a lo largo de su vida una soberbia colección de imágenes fotográficas, unas adquiridas por el mismo como material de referencia para sus estudios pictóricos y otras generadas en el transcurso de su vida profesional y familiar, de las que ahora destacamos las realizadas por Laurent, y entre ellas la titulada «Ávila. 1919. Groupe de paysans de la province», que se conservan en el Museo Sorolla de Madrid.
68. LAS MERINAS DE HERNÁNDEZ NÁJERA.
La imagen campestre de Ávila aparece en El cordel de las merinas, un cuadro de costumbres pastoriles pintado por Miguel Hernández Nájera (1864-1936) galardonado con una medalla de segunda clase por dicha pintura en la Exposición Nacional de 1892, certamen en el que el autor participó en las sucesivas ediciones celebradas entre 1887 y 1899. El cordel de las merinas forma parte de los fondos del Museo del Prado y actualmente se encuentra depositado en la Capitanía General de Sevilla, siendo reproducido y comercializado como tarjeta postal de Ávila por la casa Lévy (L.L.), igual que lo fue el cuadro premiado en la exposición de 1890 El doctor Fausto reproducido en una fototipia editada por la casa Laurent.
69. LOS GRACOS DE GARNELO ALDA.
La madre de los gracos es el título del cuadro fechado en Roma en 1888 que se exhibe en el Ayuntamiento de Ávila, donde llegó procedente del legado de los hermanos Clemente Romeo.
Su autor es José Garnelo y Alda (1866-1944), quien fue subdirector del Museo del Prado, académico, catedrático y profesor del pintor abulense Eduardo Martínez Vázquez (1886-1971), conferenciante y numerosas veces condecorado en certámenes y concursos, y autor de otro cuadro de temática abulense titulado Capea en Las Navas del Marqués, de estilo goyesco y bello colorido.
La casa Laurent y Cía fotografió su obra en las Exposiciones Nacionales de 1887 y 1890, donde el pintor recibió sendas segundas medallas por Muerte de Lucano y El duelo interrumpido, obteniendo finalmente la primera medalla en 1892 con Cornelia.
70. ESTUDIOS PICTÓRICOS.
Como ya hemos dicho y venimos observando, la pintura de la última mitad de siglo XIX retratada por Laurent fue principalmente la presentada a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, por lo que tomamos este acontecimiento artístico de primer orden para destacar ahora la notable presencia de pintores abulenses.
Ávila contaba en 1863, nos dice Valeriano Garcés González, con dos estudios de pintores de cuadros, el de José Tolosa y Ortels y el de Bernardino Sánchez. José Tolosa, tenía su estudio de pintor en la Bajada a Santiago número 3, y trabajó también iluminando fotografías. En 1849 participó en la exposición convocada por las Academia de San Fernando y colaboró con varios retratos litográficos en la obra Estado Mayor del Ejército, falleciendo en Madrid en 1879.
71. PINTURA DE BERNARDINO SÁNCHEZ.
Antonio Bernardino Sánchez (1814-1885), natural de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) destacó como hombre culto y polifacético que llegó a Ávila en 1841 para ocupar la plaza de director de la Escuela Municipal de Dibujo, empleo que compatibilizó con los trabajos de médico, pintor y fotógrafo. Se domicilió en la calle Capilla de Mosén Rubí, 1, y formó parte de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, a la vez que académico correspondiente de la de San Fernando.
A su intervención, junto a José Bachiller, se debe la conservación en el Monasterio de Santo Tomás de las pinturas de Pedro Berruguete amenazadas en las expropiaciones desamortizadoras de la época.
Bernardino Sánchez, trabajó como copista en el Museo del Prado y pintó los telones y decorados del Teatro Principal de la capital abulense.
Participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de los años 1858, 1866 y 1871, sobresaliendo entre sus obras las tituladas Interior de la basílica de San Vicente, Interior de la capilla de la Anunciación, Vista general de Ávila, Vistas del castillo de Arévalo, Vista interior de la nave izquierda y altar colateral de Santa Catalina de la catedral de Ávila y Vista del ábside interior y altar del Tostado en la misma catedral.
En 1882, Bernardino participó en la Exposición de Ávila con Interior de la iglesia de San Vicente y Una hermana de la caridad. De su trabajo artístico se conserva un bello cuadro pintado al óleo de la ciudad vista desde Los Cuatro Postes fechado en 1864, el cual fue presentado a la Exposición Nacional de 1866, siendo el motivo pictórico similar a la imagen fotográfica que tomó Laurent en la misma época y a otra anterior de Charles Clifford de 1860. Este cuadro fue comprado por el Ayuntamiento por mil pesetas pagadas a plazos que actualmente lo conserva.
También cuelga en la pared de las oficinas municipales una copia que pintó Bernardino Sánchez del emblemático cuadro de Antonio Gisbert Los Comuneros, por la que el Ayuntamiento pagó en 1873 doscientas cincuenta pesetas.
72. LA TRADICIÓN DE SÁNCHEZ RAMOS.
La tradición artística abulense encarnada en Bernardino Sánchez fue seguida por su hijo Manuel Sánchez Ramos (1855-1940), quien, como su padre, fue Médico, profesor de la escuela de dibujo de Ávila, pintor y gran aficionado a la fotografía. Participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1876, 1881 y 1887, en las que Laurent y Cía hacía de reportero gráfico, con las obras Interior del crucero de la izquierda y parte de la trasera de la catedral de Ávila, Interior de la reja de la capilla de Nuestra Señora de las Cuevas, y Una calle de Ávila.
A las exposiciones celebradas en Ávila en 1872 y 1882 presentó las obras tituladas La nave mayor de la catedral y Una vieja, obteniendo en esta última la segunda y tercera medalla.
Su participación en la Exposición Nacional de 1887 mereció una mención especial del Jurado por Interior de la catedral de Ávila, cuadro que donó al Ayuntamiento, donde actualmente se conserva.
Igualmente, nuestra catedral mantiene su quietud en unas bellas acuarelas tituladas Interior de la catedral de Ávila y Coro de la catedral de Ávila de Arturo Somoza de Armas, un pintor abulense nacido en Cuba que participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1910 y 1912 obteniendo sendas menciones honoríficas, y que fue profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.
También, en la catedral se inspiró el pintor abulense José Alberti (1890-1976) cuando pintó el óleo Nave central de la Catedral de Ávila. Con todo la pintura aporta la vida, el sentimiento y el color de los que carecían la fotografía.
Como dibujante, Sánchez Ramos colaboró en 1894 con el arquitecto E.M. Repullés y Vargas en la monografía La Basílica de San Vicente en Ávila, obra en la que se incluía también un grabado de la fachada sur realizado a partir de la fotografía de Laurent y varias fototipias de Hauser y Menet.
Contrajo matrimonio con la hija de Antoninio Prieto, académico y constructor que hizo importantes obras en la Muralla y en San Vicente bajo la dirección de Repullés.
73. EL ARTESANO SANTAYANA.
En 1866 se instaló en Ávila el funcionario diplomático ya retirado Agustín Ruiz de Santayana (1814-1893) con su hijo, el futuro pensador y escritor Jorge R. Santayana, quien nos dejó escrito: “Respecto a la pintura, las ideas de mi padre eran totalmente las del artesano ejerciendo concienzudamente su oficio, y bien podría haber pintado como Monet si hubiera sido más atrevido”. De su obra se conservan varios retratos familiares realizados en Ávila.
74. LA CATEDRAL DE JUAN GIMÉNEZ.
La plasticidad y colorido del interior de la catedral quedó bellamente reflejada en el cuadro titulado La catedral de Ávila, del abulense nacido en Adanero Juan Giménez Martín (1855-1901). Doña Jimena Blázquez y Viático de Ávila son otras dos obras dedicadas a Ávila de este pintor que fue alumno de Federico de Madrazo, Carlos Luis de Ribera y Carlos Haes, y pensionista de la Diputación Provincial de Ávila en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando y en la Academia de Roma.
Juan Giménez participó en numerosos certámenes y concursos artísticos, así como en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas entre 1876 a 1901. En ésta última, el cuadro de La catedral de Ávila obtuvo una Tercera Medalla, con lo que la imagen catedralicia alcanzó un merecido protagonismo.
75. OTROS ARTISTAS ABULENSES.
La pintura abulense del siglo XIX se halla igualmente representada por los artistas Blas Olleros, Francisco García de la Cal, Andrés Hernández, José Sánchez, Casto Severini, Rafael Martín y Gerardo Soubrier.
Blas Olleros Quintana, natural de Piedrahita, fue pensionado por la Diputación de Ávila para estudiar en Roma, donde pintó interesante cuadros de temática costumbrista y de la antigüedad clásica, y realizó cotizadas acuarelas que expuso en Madrid.
Francisco García de la Cal, nacido en Ávila, estudió en Madrid en la Escuela Superior de Bellas Artes, fue pensionado por la Diputación Provincial en Roma y se presentó a la Exposición Nacional de 1881con el cuadro Dad de beber al sediento, y posó como modelo para su amigo Francisco Pradilla Ortiz, quien lo retrató representando a Boabdil en el emblemático cuadro La rendición de Granada que se conserva en el Senado.
Andrés Hernández Martín solicitó, igualmente, como Francisco de la Cal, aunque sin éxito, a la Diputación una beca para estudiar en Roma. Timoteo Sandoval participó en 1882 en la Exposición celebrada en Ávila con varias copias al óleo de cuadros originales de los grandes maestros. José Sánchez Rodríguez, natural de Arévalo, fue alumno de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, y participó en las Exposiciones Nacionales de 1884 y 1899.
Casto Severini fue discípulo del pintor Judas Fernández, y en 1887 participó en la Exposición Nacional con la acuarela ¡Tan sola y tan melancólica!. Rafael Martín, natural de Ávila, expuso en la Nacional de Bellas Artes de 1890 con su lienzo titulado Jerezano.
Y Gerardo Soubrier y López, también natural de Arévalo, estudió pintura con su padre, Emilio Soubrier, fue un destacado paisajista y participó en las Exposiciones Nacionales de 1892, de 1897, donde obtuvo una mención honorífica, y de 1899.
76. ATRACCIÓN POR ÁVILA.
Otros artistas de final del siglo XIX y principios de siglo XX que no se incluyen en los catálogos del fotógrafo francés, y que incorporaron Ávila a la historia del arte con una extraordinaria sensibilidad colorido y plasticidad, fueron Ignacio Zuloaga (1870-1945), Eduardo Chicharro (1873-1949), Juan de Echevarría (1875-1931), Fernando Álvarez de Sotomayor (1875- 1960), José Mª López Mezquita (1883-1954), José Gutiérrez Solana (1886-1945), Eduardo Martínez Vázquez (1886-1971), Güido Caprotti da Monza (1887-1966), José Alberti (1890-1976), Benjamín Palencia (1894-1980), y Francisco Soria Aedo (1898-1965), además de Arturo Somoza, Paul Charavel, Francisco Sancha, Mª Ángeles López-Roberts, y Enrique Brañez, entre otros.
Todos ellos sintieron una especial atracción por Ávila, lo que les llevó a plasmar su singular visión de la ciudad percibida con profundidad de sentimientos. Unas veces como fondo de la figura retratada, otras de los hombres y mujeres que peregrinan a la ciudad cargados de alforjas, morrales o cestas, otras como escenario de los pasos de Semana Santa o la procesión de Santa Teresa, y siempre recogiendo el espíritu de la ciudad medieval y el paisaje castellano.
77. RECREACION PLÁSTICA DE LA LA REINA ABULENSE.
En nuestra intensa búsqueda por redescubrir Ávila, nos servimos de nuevo de la fotografía para acercarnos en esta ocasión a Isabel la Católica (1451-1504), la reina abulense de Castilla. Para ello, para lo que tomamos como guía y lazarillo al fotógrafo francés J. Laurent (1816-1886), un referente constante en la historia gráfica de la ciudad, como también lo es la propia reina Isabel de Castilla.
El recorrido fotográfico propuesto ahora parte de la recreación plástica de pintores y escultores en obras temáticas sobre el reinado isabelino, captadas y divulgadas después a través de la imagen retratada por Laurent, nuestro guía, durante la segunda mitad del siglo XIX, con lo que pretendemos también contagiar Ávila de la grandeza e importancia de su reina de España. Para ello, hay que tener en cuenta uno de los fenómenos artísticos más importantes de este periodo: las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.
Al socaire de estas exposiciones, las cuales se celebran cada dos años desde 1856, nace un estilo pictórico propio: la pintura de historia. Laurent se convierte al mismo tiempo en el único reportero gráfico de tal acontecimiento artístico, y reproduce un gran número de los cuadros que concursan, lo que significa una extraordinaria simbiosis entre pintura y fotografía.
La multiplicación en imágenes de la figura de Isabel la Católica, como símbolo emblemático de España y de la propia ciudad, y como referencia iconográfica de su historia, alcanzó en la segunda mitad el siglo XIX un singular y destacado esplendor de la mano de la fotografía, el grabado, la escultura y la pintura. Y tal fue la importancia de la representación gráfica del reinado de los Reyes Católicos que el mismo fue reproducido de una manera abrumadora y con una innegable calidad plástica y artística.
El tiempo se detiene ahora en el siglo XIX. En este periodo los avances técnicos de las artes gráficas permiten la reproducción de imágenes impresas con cierta facilidad. Es la época en que aparecen las primeras fotografías de la historia recreada por la pintura y de la ciudad antigua y romántica. Es el momento en que la pintura se sirve de las Exposiciones Nacionales para mostrar al público la luz, el colorido y la tradición histórica y cultural del reinado isabelino, circunstancia ésta que es aprovechada por el fotógrafo Laurent para retratar las distintas manifestaciones artísticas que presencia.
Nuestra reina Isabel y su reinado fueron el motivo de inspiración de numerosos artistas que dejaron su impronta durante el siglo XIX en una gran variedad de monumentos, esculturas, pinturas, dibujos, litografías, grabados y fotografías, por lo que el particular recorrido visual que se presenta pretende reconocer y valorar el trabajo que hicieron estos artistas.
78. ISABEL DE CASTILLA EN LA FOTOGRAFÍA DE HISTORIA.
El fotógrafo Laurent inmortalizó y universalizó la figura de la reina Isabel y su reinado mediante la reproducción de numerosos motivos. Así, retrató los sepulcros existentes en la Cartuja de Miraflores (Burgos) de sus padres Juan II e Isabel de Portugal, y de su hermano el Infante Don Alonso, llamado Alfonso de Ávila rey de Castilla; también fotografió el sepulcro de su hijo el Príncipe Don Juan, enterrado en el monasterio de Santo Tomás de Ávila, y el propio sepulcro de los Reyes Católicos existente en la catedral de Granada según el cuadro pintado por Pablo Gonzalvo Pérez.
Laurent fotografió igualmente la corona, el cetro, el cofre y el misal de la reina conservados en la catedral de Granada; la escultura orante de lsabel realizada por Felipe Bigarny para la misma catedral; la fachada de la Universidad de Salamanca en la que destaca la efigie de los Reyes Católicos en un medallón o tondo que también fue difundido en grabado; el monumento a Colón con ilustrativas escenas históricas de la época realizado por Arturo Mélida para la ciudad de Madrid; y los cuadros de la mayoría de los pintores galardonados en las Exposiciones Nacionales, entre los que sobresale especialmente el titulado El Testamento de Isabel la Católica de Eduardo Rosales.
Por último, Laurent también retrató el Auto de Fe celebrado en Ávila en 1492 y pintado por Pedro Berruguete poco tiempo después, representativo de uno de los sucesos más tristes que dieron lugar a la expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos en el mismo año de 1492. Todas estas imágenes fueron incluidas en los distintos catálogos del fotógrafo y pronto se utilizaron para ilustrar la historia de España, por lo que Ávila se vio un poco enaltecida por los honores de su paisana la reina Isabel de Castilla.
79. MONUMENTOS ISABELINOS.
La reproducción fotográfica de monumentos, como fijación plástica y artística del ambiente constructivo y urbano en el que transcurre la historia, fue en el siglo XIX otra forma de contribuir a la reconstrucción de la memoria de sus protagonistas. En esta tarea de catalogación visual de nuestra arquitectura monumental se afanó intensamente el infatigable fotógrafo J. Laurent. Prueba del trabajo recopilatorio de imágenes que hizo Laurent tras la huella del reinado de los Reyes Católicos, son las instantáneas tomadas de las fundaciones reales de Santo Tomás de Ávila, San Juan de los Reyes de Toledo, y la Capilla Real de la Catedral de Granada.
Siguiendo las excursiones fotográficas de Laurent por España, y deteniéndonos en los monumentos que muestran símbolos, escudos, enseñas, divisas, y detalles recordatorios de la impronta de los Reyes Católicos, contemplamos ahora aquellos que reflejan el paso, la estancia o intervención de los monarcas. Entre ellos llaman la atención la puerta del Alcázar o del Mercado Grande de la muralla de Ávila, en cuyo frente se encuentran el escudo y divisas reales que estuvieron en las casas consistoriales;
el Palacio de Juan II en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) donde nació la reina; el Palacio Real de Arévalo (Ávila), lugar en el pasó Isabel de Castilla su infancia; el monasterio de Santa Ana en Ávila, donde se alojó la reina en su visitas a la ciudad; la Cartuja de Miraflores (Burgos), donde están enterrados los padres y el hermano de la reina; el Castillo de la Mota en Medina del Campo (Valladolid), donde los reyes celebraron los desposorios del príncipe don Juan, y donde la reina acudió a consolar a su hija Juana; y el Palacio Testamentario en Medina del Campo, conocido por otorgar aquí su famoso testamento y ser el lugar de su muerte.
Otros monumentos son el Alcázar de Segovia, donde se conserva el mural de Carlos Muñoz de Pablos Coronación de Isabel la Católica, y donde quedó singularizada la habitación conocida como el Tocador de la Reina decorada con una copia del cuadro La Virgen de los Reyes Católicos, cuyo original procede del Convento de Santo Tomás en Ávila; el antiguo Monasterio de Santa Cruz la Real de Segovia refundado por los Reyes Católicos sobre la cueva de Santo Domingo de Guzmán; el Palacio de los Vivero de Valladolid, que luego fue Real Audiencia y Archivo de Chancillería, donde se casaron Isabel y Fernando; los Reales Alcázares de Sevilla, donde nació el príncipe Don Juan; la Real Chancillería de Granada;
el monasterio de Guadalupe (Cáceres), donde los reyes rezaron a la Virgen por la conquista de Granada; el monasterio de la Rábida (Huelva), donde los frescos de Vázquez Díaz glorifican el descubrimiento de América; y el Palacio Real de Barcelona, donde los reyes recibieron a Colón a su primer regreso de América.
Además, Laurent retrató para los románticos viajeros europeos del siglo XIX los monumentos que fundaron los personajes más influyentes del reinado de Isabel y Fernando, en los cuales se exponen también las señas de la corona.
Entre ellos sobresalen el convento de San Pablo en Valladolid, fundado por Juan de Torquemada, tío del inquisidor de Ávila, y continuado por el obispo fray Alonso de Burgos, confesor de la reina Isabel; el colegio de San Gregorio en Valladolid, fundado también por fray Alonso de Burgos; el convento de Santa Cruz en Valladolid, fundado por el cardenal Pedro González de Mendoza, conocido como “el tercer rey” por su autoridad y poder; el hospital Madre de Dios en Madrid, fundado por Beatriz Galindo “La Latina” y su esposo Francisco Ramírez; y la Universidad de Alcalá de Henares fundada por el cardenal Cisneros.
80. REPRESENTACIONES GRÁFICAS DE LOS REYES CATÓLICOS.
El grabado y otras técnicas litográficas sirvieron también para reproducir y divulgar la imagen pictórica de la reina Isabel de una forma sobresaliente a lo largo del siglo XIX. Parece como si la España decimonónica sintiera nostalgia del esplendor y las grandezas de aquel pasado lejano.
Así, Federico Madrazo inventó y litografió en 1830 La toma de Granada que se incluyó en las Obra de Leandro Fernández Moratín; Ramón Amerigó y Morales litografió La católica reyna guía a su nieta al Templo de la Gloria por pintura de López Porteña; el Semanario Pintoresco Español publicó el 8 de julio de 1838 un retrato de Isabel la Católica; y Francisco de Paula Van Halen dibujó y litografió el sepulcro del Príncipe Don Juan existente en el Monasterio de Santo Tomás en 1845.
Otro dibujo de la figura yacente de Don Juan apareció en La Ilustración Española y Americana en su primer número anual 1875; Víctor Manzano hacia 1864 hizo el dibujo que litografió Múgica titulado Audiencia de los Reyes Católicos en Madri. Por su parte, Casado dibujó el retrato que hizo Luis de Madrazo y que luego litografió J. Donón para el Castillo de la Mota; y Bartolomé Maura grabó al aguafuerte en 1877 el cuadro de Rosales titulado El Testamento de Isabel la Católica.
Otras pinturas fueron grabadas a partir de copias fotográficas y reproducidas en publicaciones ilustradas de la época, como por ejemplo Isabel la Católica cede sus joyas para la empresa de Colón, de Antonio Muñoz Degrain, e Isabel la Católica reconociendo los restos de su padre en la Cartuja de Miraflores, de Luis Álvarez Catalá. Finalmente, cabe añadir que fueron muy populares los grabados incluidos en el libro Historia de España del Padre Mariana publicado en 1856, en los que se reproducen numerosas escenas dibujadas del reinado de Isabel la Católica, igual que destacan los grabados de La farsa de Ávila y de Fray Tomás de Torquemada que se conservan la Biblioteca Nacional.
81. SELECCIONES PICTÓRICAS.
Entre las obras pictóricas decimonónicas sobre Isabel la Católica realizadas en tiempos del fotógrafo J. Laurent, muchas de ellas incluidas en sus catálogos fotográficos, sobresalen los pintores más afamados con títulos tan emblemáticos como Retrato de los Reyes Católicos, por autor desconocido; retratos de Isabel la Católica, por José Domínguez Bécquer y Luis de Madrazo; Proclamación del los Reyes Católicos en Segovia, por José Garnelo Alda; Isabel la Católica reconociendo los restos de su padre en la Cartuja de Miraflores, por Luis Álvarez Catalá; Educación del Príncipe Don Juan, por Salvador Martínez Cubells; Isabel la Católica presidiendo la educación de sus hijos, por Isidoro Lozano;
La reina doña Isabel la Católica dando lección de latín con doña Beatriz Galindo, por Luis Toro; Presentación de Cisneros a Isabel al Católica por el Cardenal Mendoza, por Miguel Jadraque Ocaña; Los Reyes Católicos, D. Fernando y Dña Isabel, en el acto de administrar justicia, por Víctor Manzano; Expulsión de los judíos de España, por Emilio Sala Francés; Los Reyes Católicos recibiendo la embajada del rey de Fez, por Vicente López; Los Reyes Católicos recibiendo la embajada del rey de Fez, por Antonio Rodríguez; y Los Reyes Católicos recibiendo a los cautivos cristianos en la conquista de Málaga, por Eduardo Cano de la Peña.
Igualmente, otros títulos son La rendición de Granada, por Francisco Pradilla Ortiz; Rendición de Granada a los Reyes Católicos, por Francisco de Paula Van Halen, quien también pintó La entrada de Isabel I en campo cristiano; Rendición de Granada, por Carlos Luis de Ribera y Fievee; Isabel la Católica cede sus joyas para la empresa de Colón, por Antonio María Esquivel y Antonio Muñoz Degrain; Colón propone a los Reyes Católicos el descubrimiento del Nuevo Mundo, por Luis Jiménez Aranda; El Testamento de Isabel la Católica por Eduardo Rosales;
Vista interior de la Capilla Real de Granada y sepulcros de los Reyes Católicos, por Pablo Gonzalvo; y ya en los albores del siglo XX, Emilio Poy Dalmau pintó el cuadro que la revista La Esfera tituló Sitial de Isabel la Católica en el coro de la iglesia de Santo Tomás de Ávila. Todas estas pinturas en su conjunto constituyen, sin duda, el resumen plástico más ilustrativo de la personalidad de Isabel de Castilla y de los acontecimientos más importantes de su reinado, además de significar una extraordinaria selección de la pintura de historia del siglo XIX.