97. MULTIPLICACIÓN DE LA IMAGEN DE TERESA DE ÁVILA. Con la aparición de la fotografía la imagen de Teresa de Jesús (1515-1582), la Santa y primera Grandeza de Ávila, se vio multiplicada de una forma extraordinaria, lo que ocurrió principalmente en la segunda mitad del siglo XIX.
En esta misma época, el historicismo imperante en las distintas formas de expresión artística se ocupó también de retratar los lugares teresianos de Ávila y la propia figura de Santa Teresa, convirtiéndola en protagonista de cuadros, esculturas, dibujos y grabados, que a su vez fueron difundidos a través de la propia fotografía, y en esta última tarea se afanó el fotógrafo francés J. Laurent.
Teresa de Jesús, como motivo de inspiración, cautivó a renombrados artistas decimonónicos, asiduos participantes en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, tal y como puede observarse en la pintura de Luis Madrazo (1854), Alfred Dehodencq (1855), Víctor Manzano (1858), Benito Mercadé (1871), Dionisio Fierros (1879), Miguel Jadraque (1882), José Alcázar Tejedor (1884), Vicente Cutanda (1890), y Francisco Laporta (1892); en los grabados de Llanta (1870) y Bartolomé Maura (1881); en los dibujos del flamenco Hye Hoys (1866), Valeriano Bécquer (1867), y Juan Comba (1882); y en la escultura de Elías Martín (1870), entre otros muchos. En medio, la fotografía aparece como testigo mudo que capta y multiplica las imágenes de la Santa representada en cuadros y dibujos, y de ella se aprovechan los medios impresos para su estampación y divulgación.
Laurent se sirve de las obras pictóricas y escultóricas para presentarnos la imagen moderna de Santa Teresa, igual que a finales del siglo XIX hicieron también los Hermanos Torrón, fotógrafos abulenses por antonomasia, y el gran aficionado y arquitecto diocesano Isidro Benito Domínguez.
Laurent utilizó como modelos singulares para sus fotografías las representaciones teresianas que plasmaron artistas como Gregorio Fernández, Elías Martín y Benito Mercadé, sin olvidar su trabajo como reportero gráfico de las Exposiciones Nacionales, lo que le permitió retratar las obras de los más importantes pintores del siglo XIX.
El fondo fotográfico de Laurent fue adquirido en 1927 por Joaquín Ruiz Vernacci, y su nombre aparece en la edición de dos bellas fotografías de Santa Teresa realizadas a partir del cuadro que pintó Velázquez y de la escultura que talló el italiano Bernini.
98. MODELO DE IMAGINERÍA RELIGIOSA.
La escultura fue una de las manifestaciones artísticas de las que se sirvió la fotografía para reproducir imágenes de personajes históricos desaparecidos, como bien lo era Santa Teresa, y en esta actividad Laurent se ocupó especialmente desarrollando el género fotográfico de la foto-escultura. La figura de Santa Teresa se caracteriza por ser un modelo repetido con frecuencia en la imaginería religiosa, destacando las obras de Gregorio Fernández (1566-1636) para los conventos carmelitanos de Ávila, Burgos, Medina de Rioseco y Valladolid; y de Lorenzo Bernini (1598-1680) para la iglesia de Santa María de Roma.
También de Pedro de Mena (1628-1688), para el convento de la Encarnación de Granada; de José de Mora (1642-1724) para la catedral de Córdoba; de José Risueño (1665-1732) para la iglesia de San Matías de Granada; de Filippo Della Valle (1697-1724) ,para la Basílica de San Pedro de Roma, y de varios anónimos napolitanos dieciochescos para los conventos de la Encarnación de la Ávila y de las Madres Jerónimas de Madrid, además de la escultura y otra reliquias que llenan el camarín de Santa Teresa en el monasterio de El Escorial que retrató Laurent. Entre todas estas esculturas, las de Gregorio Fernández son las preferidas por Laurent y los fotógrafos del XIX los Hermanos Torrón e Isidro Benito Domínguez.
Gregorio Fernández fue uno de los mejores artistas que captaron el alma de la Santa abulense, y Laurent aprovechó el renombre de este prestigioso artista para fotografiar una de sus esculturas más significativas dedicada a Santa Teresa de Jesús, la cual se conservaba en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta fotografía es una de las primeras que realizó el fotógrafo francés para su amplio catálogo de obras de arte, la cual fue comercializada a con la siguiente leyenda “HERNÁNDEZ. 369. Sainte Thérèse, sculpture en bois (au Musée de Valladolid). J. Laurent. Madrid”, y bien puede fecharse entre 1864 y 1872.
Igual que hizo Laurent, los Hermanos Torrón fotografiaron las esculturas que realizó Gregorio Fernández de Santa Teresa para el Convento de Ávila, lo que realizaron con un notable éxito comercial coincidiendo con el III Centenario de la muerte de La Santa en 1882. Isidro Benito también con similar factura fotografió la escultura de Gregorio Fernández titulada Aparición de Nuestro Señor atado a la columna a Santa Teresa.
99. ESCULTURA DE MÁRMOL.
Otra de las esculturas que alcanzaron renombrada fama en el siglo XIX fue la representación de Santa Teresa de Jesús ejecutada en mármol por el escultor Elías Martín y Riesco (1839-1910) por encargo del Marqués de Portugalete. Su autor, que años después fue premiado en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1874, trazó un bello dibujo de la escultura que después fotografió Laurent, reproducción ésta sobre la que Bernardino Rico hizo un atractivo grabado que se publicó en primera plana de La Ilustración de Madrid en 1870 junto a un artículo de su director literario Gustavo Adolfo Bécquer, quien escribió:
“No puede expresarse en nuestro concepto de un modo más sentido aquellos éxtasis en que la piedad bañaba con la pura luz de una sublime melancolía el rostro de Santa Teresa, cuando en su solitaria celda y reclinada en el monástico sitial, quemaba las alas de su alma en el fuego del amor divino, melancólico sublime que imprimía al propio tiempo en su pálido y bello semblante el sello del dolor que el espíritu sentía dentro de la prisión de carne, que le estorbaba ascender completa y libremente al dichoso lugar de sus visiones celestiales”.
A propósito de Elías Martín y Riesco, cabe decir que uno de sus alumnos aventajados fue el escultor segoviano Aniceto Marinas (1866-1953), artista vinculado al pueblo abulense de Las Navas del Marqués, para cuya ermita del Cristo hizo la imagen que los lugareños procesionan en las fiestas patronales y donde una calle lleva su nombre. Marinas destacó como artista historicista, igual que los pintores de su época, fue merecedor de la medalla de Honor de la Exposición Nacional de 1926, y encontró en la fotografía una entretenida afición.
100. LA PALOMILLA.
Una de las esculturas más significativas y entrañables de Santa Teresa de Jesús, que pronto fue fotografiada y convertida en un icono de la ciudad, es la conocida popularmente como “La Palomilla”, levantada como un gran obelisco en mitad de la plaza abulense del Mercado Grande. Su emplazamiento siempre ha estado vinculado a la plaza de Ávila como un elemento que le es propio, aunque también ha sufrido traslados y desplazamientos en diversas épocas. El Grande y la Palomilla llevan unidos más de un siglo, y por ellos pasa toda la historia de la ciudad y de sus gentes.
La “Palomilla” es el nombre con el que se identifica el “Monumento a las Grandezas de Ávila” promovido por la Diputación Provincial en 1882 con motivo del III Centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús, convirtiéndose desde entonces en una de las señas de identidad de la plaza del Mercado Grande y de la ciudad de Ávila.
El grupo escultórico ganador del concurso convocado al efecto estaba formado por el arquitecto zaragozano Félix Navarro bajo el lema El amor da vida a las piedras, mientras que la imagen de la Santa es obra del escultor Carlos Palao, director en aquella época del Museo Provincial de Bellas Artes de Zaragoza.El monumento se levanta sobre una base cuadrada de granito y un prisma en cuyos cuatro frentes se inscriben los nombres de los Santos, Escritores, Políticos y Guerreros que dieron fama a Ávila, y sobre el prisma una columna que sustenta la estatua de la Santa.
Aunque “La Palomilla” no fue fotografiada por Laurent, pues las vistas que tomó del Mercado Grande son anteriores a la construcción del monumento, bien merece destacar aquí su valor iconográfico y, sobre todo, la relevancia que alcanzó en todas las colecciones fotográficas realizadas a partir de 1883. Efectivamente, la imagen de “La Palomilla” es una de las vistas de Ávila más destacadas de la historia gráfica de la ciudad, además ser una de las más reproducidas y divulgadas en libros, guías, revistas, periódicos y postales .
101. RETRATO DE LA SANTA.
El primer retrato pictórico de Santa Teresa de Jesús del que se tiene noticias fue el realizado por Fray Juan de la Miseria hacia 1576, el cual se conserva en el Ayuntamiento de Ávila compitiendo en originalidad con otro existente en el convento carmelitano de Sevilla. Esta imagen fue dibujada y grabada en sucesivas ediciones de los libros de la Santa, como por ejemplo en la edición de sus obras que preparó Fray Luis de León en 1588, siendo reproducida en época de Laurent por Dehodencq (1855), Hye Hoys (1866) y por Bartolomé Maura (1882).
La fotografía pronto se apoderó de esta imagen de Santa Teresa pintada por Fray Juan de la Miseria, y lo hizo a partir de la copia del cuadro conservado en el convento sevillano que realizó el pintor francés Alfred Dehodencq (1822-1882), quien llegó a España apoyado por Federico Madrazo y se afincó en Andalucía, donde trabajó para duque de Montpensier que por entonces también era un gran coleccionista de fotografías, tanto que Clifford se anunciaba como su fotógrafo de cámara.
El retrato fotográfico del cuadro de Dehodencq, que debió ser un encargo especial de la duquesa de Montpensier, se editó en París por Schulgen y alcanzó gran notoriedad, si bien la autoría de la pintura fue atribuida a Bécquer en la edición de la España Teresiana (1898) de Hye Hoys. En 1882, los fotógrafos abulenses Hermanos Torrón, por su parte, comercializaron una reproducción fotográfica del cuadro del ayuntamiento abulense haciendo multitud de copias que se vendieron con éxito a modo de postales.
102. ÁLBUM PICTÓRICO TERESIANO.
Laurent recorrió museos, palacios, iglesias y conventos fotografiando cuadros con los que formó un impresionante catálogo comercial de pintura, y siguiendo sus pasos hemos buceado en estos fondos museísticos y colecciones tras la imagen de Santa Teresa. En esta búsqueda encontramos a Teresa de Ávila representada en cuatro cuadros anónimos del siglo XVII conservados en el Museo del Prado, en una hermosa pintura de Velázquez (1599-1660) de la colección de la Marquesa de Casa Riera de Madrid, en las imágenes de Alonso Cano (1601-1667) que posee el Forum Filatélico de Madrid, en el retrato que hizo Alonso del Arco (1625-1704) existente en el museo Lázaro Galdiano, y en una tabla anónima del rostro de la santa que cuelga en la Real Academia de la Lengua.
Así como, en el retrato y el retablo que en 1674 pintó Francisco Rizi (1614-1685) para el convento abulense de San José, y en la escenificación de la “transverberación” que hizo Lucas Jordán (1632-1705) para el convento carmelitano de Peñaranda de Bracamonte, donde se conserva otro de Alonso del Arco.
Para completar este peculiar álbum de pintura puede contemplarse la galería de retratos que se exponen permanentemente en el museo del Convento de la Santa en Ávila, o consultarse la revista Teresa de Jesús, y los catálogos de las exposiciones Teresa de Jesús y el siglo XVI (Ávila, 1995) y Testigos (Ávila, 2004), sin olvidar los retratos anónimos existentes en templos y conventos repartidos por la geografía española.
La pintura religiosa y de historia adquirió en la segunda mitad del siglo XIX un éxito inusitado, géneros cultivados con éxito por los pintores más prestigiosos de la época, habituales participantes en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes que cada dos años se celebraron en Madrid a partir de 1856.
La figura de Santa Teresa compartió protagonismo entonces con personajes históricos como Isabel la Católica, Juan la Loca, Cristóbal Colón y Los Comuneros, así como San Francisco, San Lorenzo y otros santos.
Estas exposiciones constituían un acontecimiento cultural y artístico de primer orden, y en ellas Laurent desarrolló una actividad importante haciendo fotografías de las pinturas y los artistas para su venta.
103. EL PRIMER MILAGRO.
Adentrados en la galería artística de la pintura decimonónica, encontramos a Luis de Madrazo Kunt (1825-1897), quien destacó como retratista en las Exposiciones Nacionales, lo que le valió sendos premios en las convocatorias de 1856 y 1862.
Deteniéndonos ahora en su obra teresiana podemos admirar la pintura titulada El primer Milagro de Santa Teresa presentada a la Exposición Universal de París de 1855. El cuadro, que se conserva en la Diputación Provincial de Zamora, donde trabajó como becario en esta ciudad y se caracteriza por ser menos purista y más teatral en su aspecto formal, con una preocupación singular en el realismo del entorno espacial.
104. TERESA EN PASTRANA.
En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1858 nos llama la atención la pintura de Víctor Manzano (1831-1865) titulada Teresa en Pastrana. Los príncipes de Évoli reciben afectuosamente a la Santa, que acude a su llamamiento para la fundación del convento de Carmelitas de aquella villa, cuadro que fue premiado con una medalla de 3ª clase compartiendo galardones con Eduardo Cano, Antonio Gisbert y Carlos Haes. Manzano también destacó como dibujante y grabador al aguafuerte, y su obra mereció el juicio crítico de Gustavo Adolfo Bécquer y la difusión gráfica a través de la fotografía de Laurent.
105. ENSEÑANZAS.
Una interesante composición escénica de la Santa es la que pintó Benito Mercadé Fàbrega (1821-1897) titulada Santa Teresa de Jesús, la cual se halla depositada en el Museo de Zaragoza, mientras que varios bocetos de esta misma obra se encuentran en el Museo Nacional de Cataluña. El cuadro fue presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1871, y allí fue fotografiado por Laurent junto con otras pinturas que presentó el artista catalán. Benito Mercadè se forma y estudia en Barcelona, Madrid, París y Roma, participa en la mayoría de las Exposiciones Nacionales celebradas desde 1858 a 1876, y en otras celebradas en París, Viena y Fidadelfia, recibiendo en casi todas ellas importantes premios. Mercadè cultivó la pintura histórica y religiosa, así como el retrato, el paisaje y la composición, con notable éxito.
106. ÉXTASIS.
En 1879 el rey Alfonso XII encargó al consagrado pintor Dionisio Fierros Álvarez (1827-1894) un cuadro religioso con destino al Monasterio de El Escorial, después de que le hiciera un destacado retrato. En cumplimiento de este encargo, Dionisio Fierros, que había sido discípulo de José Madrazo, pintó El éxtasis de Santa Teresa, un cuadro que completa su rica obra historicista y costumbrista plagada de premios en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1860, 1862 y 1866, a las que acudía Laurent como retratista. A este respecto debe destacarse la estrecha relación que existía entre el pintor y Clifford, quien fotografió los cuadros de Fierros titulados Una romería en las cercanías de Santiago y La Muñeira.
Cercano ya el año 1890, el coro de la catedral es el escenario donde aparece Santa Teresa en éxtasis en una pintura de Vicente Cutanda y Toraya (1850-1925), pintor frecuentemente galardonado en las Exposiciones Nacionales. El cuadro fue un encargo del Cabildo, que después lo regaló al papa León XIII en muestra de gratitud por la concesión de cuatro meses de vacaciones, según nos cuenta D. Julián Blázquez Chamorro. Cutanda pintó este cuadro después de otro titulado Un mercado de Ávila, y poco después del comienzo de una larga carrera dedicada a la pintura llamada “social”, por su temática reivindicativa de la clase obrera.
La Santa Teresa de Cutanda se encuentra actualmente en el Vaticano y de ella se conserva una fotografía realizada hacia 1896 por Isidro Benito Domínguez (1874-1932), arquitecto diocesano de Ávila y gran aficionado a la fotografía. Isidro Benito también retrató el cuadro anónimo de la Coronación Mística de Santa Teresa de Jesús que se conserva en el Convento de San José de la capital abulense.
107. TERCERA MEDALLA Y ENAMORADA DE CRISTO.
En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1884 llama la atención el cuadro titulado Santa Teresa de Jesús presentado por el pintor madrileño de treinta y cuatro años José Alcázar Tejedor. Con esta pintura su autor obtuvo la tercera medalla, y como no podía ser menos Laurent también fue el fotógrafo de su obra. En la exposición de este año participaron igualmente pintores como Sorolla y Aureliano Beruete, en cuya obra la ciudad de Ávila ocupa un lugar destacado.
La relación de temas hagiográficos sobre Santa Teresa se cierra con una obra de Francisco Laporta (1850-1914) titulada La enamorada de Cristo o Santa Teresa de Jesús. Laporta fue un pintor especializado en temas religiosos que participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892 obteniendo una tercera medalla, y que se caracterizó además por sus actividades relacionadas con la fotografía, el grabado y el fotograbado junto a su hermano Enrique. Como fruto de estas actividades, los hermanos Laporta hicieron un grabado de la puerta del Alcázar de Ávila sobre un dibujo de Páramo.
Finalmente, decir que en Ávila se venera y se difunde el retrato de la Santa, y así, sabemos que en el número 1 de la plaza del Alcázar o del Mercado Grande, esquina con la calle San Segundo, el comercio de Lucas Martín anunciaba en 1896 el siguiente reclamo: “Artísticas fotografías de la imagen de Santa Teresa de Jesús, que se venera en su iglesia de esta capital. Medallas de dicha Santa y fotografías de los monumentos e históricos edificios de Ávila”, entre las que sobresalen las vistas de Laurent.
108. CONMEMORACIONES.
La celebración de distintos aniversarios en honor de Santa Teresa, coincidiendo con los centenarios de su muerte (1882), su beatificación (1914), su canonización (1922), y de la reforma carmelitana (1962) supuso la proliferación de multitud de representaciones gráficas de su imagen y de su vida, entre las que las fotografías de Laurent ocuparon un lugar destacado, igual que las tomadas en Ávila por los Hermanos Torrón.
El III Centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús celebrado en 1882 propició la publicación en La Ilustración Española y Americana de varios grabados realizados por Bernardo Rico a partir de las fotografías que hizo Laurent. Entre estas imágenes pueden citarse las del Convento de la Santa, incluida en la sección “Monumentos Teresianos” de la revista, la Portada del antiguo hospital de Santa Escolástica, y la Portada y reja célebres de la casa fuerte de Pedro Dávila, incluida en sección “Ávila, patria de Santa Teresa”.
En 1922 se celebra el III Centenario de la Canonización de Santa Teresa de Jesús. Con tal motivo en la Catedral de Ávila los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia inauguran la gran Exposición de Arte Retrospectivo. Por su parte, la mayoría de revistas y periódicos de la época publican abundantes textos sobre la Santa, y ante tan sentida efemérides, la fotografía de Laurent adquiere un especial protagonismo en la revista ilustrada La Esfera.
Efectivamente, en el número de abril de 1922, la revista incluye un amplio reportaje a doble página de José Sánchez Rojas con el título El centenario de Santa Teresa. Visón de Ávila.
El artículo fue ilustrado con cuatro fotos del catálogo de Laurent de 1868 tituladas “Calle de Pedro Dávila”, “Convento de Santa Teresa”, “Basílica de San Vicente”, y “Puerta de San Vicente”. Sánchez Rojas escribió entonces sobre Ávila: “La figura de Teresa es inseparable de la traza de esta ciudad, hecha para la plegaria y para el silencio”.
También las fotografías de José Mayoral Encinar sobre Santa Teresa, La Encarnación, Los Cuatro Postes y aldeanos típicos sirvieron para ilustrar el texto sobre el Centenario Teresiano de 1922 publicado en La Esfera el 16 de septiembre de ese mismo año.
109. LA CIUDAD TERESIANA.
Toda la ciudad histórica de Ávila se identifica con el espacio y el lugar donde nació y vivió Santa Teresa de Jesús, y donde fundó los primeros conventos. En Ávila se venera su imagen y se festeja con honores de grandeza y de patrona. Por ello, las fotografías que hizo Laurent de la ciudad constituyen la primera colección importante donde se visualiza el paisaje urbano del caserío, las calles, las iglesias y los palacios de la ciudad medieval y renacentista que conoció Teresa.
Para reconocer la vieja ciudad inmutable al paso del tiempo, basta con asomarse a las fotografías que captó Laurent de la ciudad vista desde Los Cuatro Postes, del propio monumento de Los Cuatro Postes, de la Catedral, de la Iglesia de San Vicente, de la plaza del Mercado Grande, de la Iglesia de San Pedro, del convento de Santo Tomás, del convento de La Santa, de la Muralla y la puerta de San Vicente, del Palacio de Polentinos, de la portada de Santa Escolástica, de la iglesia de Mosén Rubí, de la portada del Palacio de Valderrábanos, de la Academia, del Palacio de Superunda, de la Casa Torreón de los Guzmanes, y de la calle y mansión de Pedro Dávila.
Todas estas imágenes y vistas forman parte del rico catálogo de Laurent que ha sido reproducido en multitud de publicaciones, donde se identifican los retratos de la ciudad antigua con los lugares teresianos, y así aparecen por ejemplo en las revistas ilustradas La Ilustración Española y Americana en 1882, y La Esfera en 1919 y en 1922.
El convento de La Santa se convirtió en la imagen universal con la que se identifica el principal lugar de santidad. El edificio levantado en el antiguo solar donde nació Santa Teresa es el espacio material y arquitectónico que simboliza su paso por la ciudad y por la tierra. Laurent sólo hizo una fotografía de la fachada del convento, y ello fue suficiente para universalizar más aún su figura y la ciudad donde nació.
El fotógrafo francés no retrató ninguna de las imágenes pictóricas o escultóricas de Santa Teresa que se veneran en el convento, y prefirió completar su catálogo con las fotos tomadas de los cuadros de Benito Mercadé, Víctor Manzano y Alcázar Tejedor en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, y con la escultura de Gregorio Fernández existente en el Museo de Valladolid, y otra de Elías Martín perteneciente al Marqués de Portugalete.
Finalmente, la imagen de Ávila que retrató Laurent en la década de 1860 se presenta como seña de identidad de la ciudad teresiana en el libro titulado Homenaje literario de la gloriosa doctora Santa Teresa de Jesús en el III Centenario de su Beatificación celebrado en 1914, donde se incluye una vista panorámica de la ciudad tomada desde el paraje de los Cuatro Postes, la misma que se publica años después en la revista quincenal del Tercer Centenario de la Canonización de Santa Teresa de Jesús. Igualmente, en número de la revista La Esfera publicado el 25 de octubre de 1919 escribió Antonio Velasco Zazo un artículo dedicado a Santa Teresa, el cual fue ilustrado también con la foto de Laurent que hizo hacia 1865 del convento de La Santa.