39. ÁVILA: SUS MONUMENTOS Y ARTES, SU NATURALEZA E HISTORIA.
La publicación en 1884 del libro España: sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Salamanca, Ávila y Segovia de José María Quadrado introdujo entre sus páginas la novedosa técnica del fotograbado estampado a través del procedimiento autotípico patentado por George Meisenbach en 1882 en Munich. Según este sistema, para reproducir la imagen fotográfica, ésta primero se descompone mediante una trama en minúsculos puntos y se fija en un cliché metálico fototipográfico a partir del cual, una vez entintado y estampado, se obtienen las copias impresas. Siguiendo el procedimiento expuesto, y a partir de las fotografías de Laurent, se reprodujeron diecinueve imágenes de Ávila, a saber: Vista general desde los Cuatro Postes, la Catedral, la Basílica de San Vicente, el Sepulcro del infante don Juan en el Monasterio de Santo Tomás, el Convento de Santa Teresa, la Puerta del Alcázar, la Puerta de San Vicente, el Palacio de Valderrábanos, la Calle de Pedro Dávila, el Palacio de Polentinos, el Palacio de Núñez Vela, y el Palacio de Superunda. Completa esta interesante colección de ilustraciones una copia fotográfica original de época de Laurent de la catedral abulense pegada en hoja aparte e incluida en el interior, y varios dibujos de Brugada y de Pascó.
40. ÁVILA ARTÍSTICA Y MONUMENTAL.
Con la aparición de las nuevas técnicas fototipográficas ideadas a partir del método de Meisenbach pronto surgieron avanzadas empresas empeñadas en la impresión y edición de imágenes fotográficas directas, como lo fueron los establecimientos de fototipia Laurent, Thomas, y Hauser y Menet. Buen ejemplo de los novedosos sistemas reprográficos es la obra España Artística y Monumental (1889-1890) de Pedro de Madrazo, donde se incluyen 160 láminas fototípicas correspondientes a los catálogos de Laurent realizados sobre pintura moderna española y monumentos arquitectónicos de España, entre cuyas imágenes figura la portada de la catedral de Ávila. En la misma línea, varias fotografías de Ávila de Laurent de la Academia militar y la portada de Santa Escolástica reprodcuidas por Meisenbach ilustraron el libro Meisterwerke der Baukunst und des Kunstgewerbes Spanien I [“Obras Maestras de la Arquitectura y las Artes Decorativas. España I] (Ed. Hubert Joly, h. 1900),
41. GUÍA DEL VIAJERO. En 1886 proliferaron en España un número importante de pequeñas Guías del Viajero de casi todas las provincias editadas y escritas por Emilio Valverde y Álvarez, e ilustradas todas ellas con planos y grabados. Dichas imágenes son en realidad reproducciones fotograbadas a partir de las fotografías de Laurent. Tal es el caso de Guía del viajero en Ávila, donde se incluyen ocho vistas de la ciudad, las cuales se corresponden con las de su catálogo de 1867 tituladas Vista general desde los Cuatro Postes, Portada del Palacio de Polentinos, la Catedral, la Iglesia de San Vicente, la Iglesia de San Pedro, el Convento de Santa Teresa, la Puerta del Alcázar, y la Puerta de San Vicente, si bien dichas reproducciones todavía son de deficiente calidad.
42. DESCRIPCIÓN HISTÓRICA DE LA PROVINCIA.
Vilaplana es el ilustrador de la obra de Valentín Picatoste Descripción e Historia Política, Eclesiástica y Monumental de España para uso de la juventud. Provincia de Ávila publicada en 1890, donde se reproducen los grabados realizados a partir de las fotografías de Laurent de las vistas del ábside de la Catedral, la Basílica de San Vicente, el Convento de Santa Teresa, y el sepulcro de El Tostado. Algunos grabados de Vilaplana ya aparecieron en el libro Los españoles pintados por sí mismos (1843), una obra profusamente ilustrada con imágenes cómicas y costumbristas que alcanzó un notable éxito editorial. Vilaplana en su interpretación de las fotografías de Laurent no pretende hacer un calco exacto de las mismas y se inclina por la sencillez que le exige la imprenta para facilitar y abaratar su reproducción.
43. LA BASÍLICA DE SAN VICENTE.
Sobresale entre la bibliografía ilustrada de Ávila la monografía editada en 1894 con el título La Basílica de San Vicente escrita por arquitecto y académico Enrique Mª Repullés a raíz de las últimas obras de restauración llevada a cabo por él mismo. En esta obra se incluyen cinco excelentes fototipias del templo firmadas por Hauser y Menet, mientras que de Laurent tan sólo se reproduce un fotograbado de la fotografía que hizo de la fachada sur restaurada, a pesar de haber fotografiado las distintas fases de la restauración de la basílica. Esta opción por Hauser y Menet se debe sin duda a la mejor calidad que ofrecían entonces las instalaciones de la nueva imprenta de los alemanes. Completan el libro unos grabados del abulense Manuel Sánchez Ramos y otros tomados de la colección Monumentos Arquitectónicos de España que hizo la Real Academia de San Fernando e imprimió la Calcografía Nacional.
44. ESTUDIO HISTÓRICO Y GUÍAS DE MONUMENTOS.
Tal y como se recoge en otro apartado de este reprotaje dedicado a la fotografía en Ávila en el siglo XIX, a finales del mismo se publican los libros ilustrados titulados el Estudio Histórico de Ávila (1896) de Enrique Ballesteros, la Guía de Ávila (1896) de Antonio Blázquez y Delgado Aguilera, y Monumentos de Ávila (1900) de Fabriciano Romanillos y Fernando Cid. Entre las páginas de estos textos se incluyen y repiten fotografías de la ciudad monumental hechas por Ángel Redondo de Zúñiga y los aficionados locales Isidro Benito, Manuel Sánchez Ramos, el Marqués de Toca, Eduardo Arenal, Isidoro López Jiménez y José Tomé, con lo que, de alguna manera, se rompe la imagen universal de la ciudad monopolizada por Laurent, la cual se ve completada con nuevas y actuales vistas, como las del convento de San Francisco, el monasterio de la Encarnación, la iglesia de San Martín, y las Murallas. Los fotograbados utilizados para las reproducciones debieron realizarse en la casa Laurent, ya que varias de las fotos publicadas las hemos visto en tarjetas postales editadas por esta empresa de fototipia para la que en 1902 trabajaba como socio y director artístico Redondo de Zúñiga.
45. HISTORIA, ARTE Y ARQUITECTURA.
A comienzos del siglo XX las nuevas técnicas tipográficas permitieron reproducir con una calidad aceptable las imágenes fotográficas, con lo que los ricos catálogos de Laurent fueron utilizados con profusión para enseñar la ciudad de Ávila en los libros ilustrados que empiezan a editarse, y una excelente muestra de ello puede contemplarse en la Enciclopedia Universal Ilustrada (1905) de J. Espasa; en el libro Ávila, an Historical & Decriptive Account (1908) de Albert Calvert; y en la enciclopedia España Artística y Monumental (1916) de M. Seguí.
El primer volumen de la Enciclopedia Universal Ilustrada que editó J. Espasa salió a la calle en 1905 con un número importante de fotografías de Laurent, entre las que destacamos los monumentos de Ávila representados en diez vistas de la Catedral, San Vicente y Santo Tomás tomadas entre 1864 y 1886.
Los libros editados por Albert Calvert en 1908 y por M. Seguí hacia 1916 reprodujeron de una forma extraordinaria y abrumadora en un centenar de imágenes la práctica totalidad de las fotografías que hizo Laurent de la ciudad y sus monumentos, comercializadas en el primer caso por José Lacoste, y en el segundo por Juana Roig, ambos propietarios sucesivos del fondo fotográfico de la casa Laurent. La calidad de estas reproducciones y su atractiva presentación supuso un protagonismo excepcional para la imagen fotográfica, y por ende para la revitalización de la ciudad histórica, artística y monumental dispuesta para la contemplación de un pasado que permanece unido a la percepción romántica que todavía perdura como hace décadas.
La utilización gráfica de la ciudad vista por Laurent se sucede en diversos libros de historia, arte y cultura general que se editan hasta la década de 1930. Así, una vista del interior de la basílica de San Vicente sirve para ilustrar el monumento en la Historia de la Arquitectura Cristiana Española en la Edad Media (1908) de Vicente Lámperez y Romea, y las vistas tomadas por Laurent del Palacio de Polentinos sirvieron para ilustrar la guía Les Villes d´Art Célêbres. Ségovie, Ávila et Salamanque (1914) de Henri Guerlin, mientras que otra imagen de la fachada del monasterio de Santo Tomás se incluye en la enciclopedia Geografía Universal que publicó el Instituto Sallach de Barcelona en 1929.
46. PROMOCIÓN TURÍSTICA Y COMERCIAL.
Tal y como hemos visto hasta ahora, la fotografía de Laurent fue decisiva también en la promoción turística de Ávila, tendencia que se mantuvo hasta el primer tercio del siglo XX. En esta línea, la perspectiva de la ciudad ofrecida desde los Cuatro Postes y la puerta de San Vicente son dos imágenes de Laurent que ilustran el interesante libro Factores atrayentes del Turismo Español (1913) con textos históricos de Blanca Ríos de Lampérez. En esta obra se incluye también una fotografía del sepulcro del infante don Alfonso de Ávila, hermano de Isabel la Católica, que se halla en la Caruja de Miraflores en Burgos.
Con gran interés las fotos de Laurent aparecieron en los anuarios comerciales de la época ilustrando textos divulgativos de la belleza monumental de Ávila, singularizando con ello una serie de imágenes que quieren ser representativas de su atractivo turístico. Así ocurre en el Comercio Internacional. Anuario de la producción mundial (1931-1932), en el que se reproducen una vista general de la ciudad, el convento de la Santa, la Catedral y la portada del Palacio de Polentinos. Igualmente, en el España en la mano. Anuario ilustrado de la riqueza industrial y artística de la nación (1926) destaca una vista de la catedral abulense de Laurent, junto a otras de J. Roig, uno de sus sucesores, y de Wunderlich.
La imagen romántica decimonónica como icono de una ciudad en un lento proceso de modernización aparece una vez más en la curiosa guía histórica titulada Los Viejos Cosos de Ávila (1927), escrita por el cronista de la ciudad José Mayoral Fernández con el subtítulo Escenarios históricos y novelescos. En la portada y en el interior del libro se recoge una de las fotografías más hermosas de Laurent, aquella en la que se ve la desaparecida Alhóndiga y la puerta del Alcázar presidiendo la plaza del Mercado Grande.
47. CAMINOS DE HIERRO DEL NORTE.
Otros libros divulgativos, donde la ciudad se representa a través de las fotografías de Laurent fueron las guías editadas en Bayona (Francia) por Paul Cousseau. Así en 1917 se publica el Álbum-Guía de la compañía de los Caminos de Hierro del Norte con imágenes del patio del Palacio de Polentinos y sendas vistas de la basílica de San Vicente, mientras que en la edición de la misma guía del año siguiente de 1918 se añade la atractiva y pintoresca fotografía titulada “Grupo de paisanos de la Provincia”. De la misma manera, en la guía de 1929 titulada Caminos de Hierro del Norte de España se reproducen la portada del convento de Santo Tomás, una vista de la Catedral de El Salvador, la portada de la misma Catedral, y el arco de San Vicente. Con todo, la ciudad aparece para el turista anclada en la Edad Media proyectada a través de imagen de Laurent tomada mediado el siglo XIX, como la mejor forma de representar el valor histórico y artístico de sus monumentos románicos y góticos.
48. RECUPERACIÓN DE LA OBRA DE J. LAURENT.
En los últimos años asistimos a una importante actividad editorial en la que destaca la recuperación del fondo fotográfico de Jean Laurent como elemento determinante para el conocimiento y la divulgación de la historia de Ávila, lo que contribuye sin duda a una mejor comprensión de su evolución, y de ello se da debida cuenta en el apartado de bibliografía. A este respecto, y en el ámbito local, diremos que entre los últimos libros publicados sobre Ávila donde se reproduce la obra de Laurent sobresalen Redescubrir Ávila (1998), de José Luis Pajares; Sociedad y Opinión. Ávila en el siglo XIX (1999), de Maximiliano Fernández; y los realizados por Jesús Mª Sanchidrián Gallego con el título Los Cuatro Postes de Ávila. Cien años de fotografía e imagen, 1860-1960 (2003), Álbum del Grande (2006), La Muralla de Ávila. Fotografía Histórica y Monumental (2007) y Avileses. Tipos de Ávila. Estampas y Fotografías (2009).
49. INTERÉS POR LAS BELLAS ARTES.
Durante el reinado de Isabel II el interés público y privado por las bellas artes alcanza un extraordinario auge en España. Así, en esta época se promocionan las enseñanzas artísticas, especialmente de dibujo, se crea el Museo Nacional de Pintura y se extienden las colecciones del Real Museo del Prado, y se anima a los artistas con premios, pensiones y compras de obras, destacando en este movimiento la celebración de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes que tienen lugar en Madrid cada dos años a partir de 1856.
Tanto interés por las bellas artes no pudo pasar desapercibida para J. Laurent, quien en 1861 publica el primer catálogo de sus fotografías titulado El Real Museo de Madrid en la mano. Álbum artístico. Colección de algunos cuadros del Museo de Pinturas, al mismo tiempo que anuncia en el periódico La Iberia la venta de reproducciones de toda clase de objetos artísticos.
Seguidamente, anuncia la venta de reproducciones de los principales cuadros de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862 fotografiados sobre los originales, según reseña en su catálogo de 1863. Vendía los ejemplares sueltos en tamaño grande a 25 reales, y en tamaño mediano a 20 y a 14 reales; y la colección grande que formaba un elegante tomo encuadernado, con fotografías sobre fondo de china, explicaciones en litografía y adornado en su frontispicio con el retrato en fotografía de todos los artistas, a 30 duros, y en tarjeta a 4 reales.
Igualmente, en provincias los depositarios de fotografías de Laurent anuncian también sus reproducciones pictóricas, tal y como se lee en el anuncio de El Comercio de Cádiz del 28 de enero de 1864: “El señor Laurent se encarga de reproducir todos los cuadros del Museo (Nacional de Pintura), formando álbumes con ellos; se ha recibido el primero, que consta de 56 copias y se halla a la venta al precio de 240 reales”. La idea de comercializar la pintura retratada supuso entonces un importante éxito comercial para el fotógrafo francés, a la vez que sus fotografías se convirtieron en un valioso instrumento de popularización y divulgación de la pintura de la época.
Por otra parte, además de retratar pinturas, esculturas y monumentos para sus ricos catálogos, Laurent fotografió llamativas imágenes de libros ilustrados. Tal fue el caso de los púlpitos renacentistas de hierro forjado de la catedral de Ávila, llamados de la epístola y del evangelio, dibujados R. Velázquez y grabados por E. Lemus para la obra de Juan de Dios de la Rada y Delgado Museo español de antigüedades (Tomo XI, 1872-1880), con texto de José Villa-Amil y Castro, archivero, historiador y bibliógrafo.
50. LA PINTURA RETRATADA.
Las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes del siglo XIX nos permiten ahora conocer la historia gráfica de Ávila a través de las fotografías que hizo Laurent de los cuadros presentados, así como de las propias pinturas. Gracias a este fenómeno, en el que el arte pictórico se vio engrandecido por la fotografía, si cabe, descubrimos a los artistas abulenses y a otros que se ocuparon de la ciudad, de sus gentes y costumbres, y de sus personajes históricos, como Isabel la Católica y Santa Teresa de Jesús.
El fondo fotográfico de Laurent se nutrió también de innumerables reproducciones de los museos españoles en una impagable empresa dedicada al arte, tal y como se expresaba el fotógrafo en su catálogo de 1868:
«Hoy, cuando los entendidos se han habituado a ver los cuadros originales en las fotografías, como a través de un espejo, y que sus ojos se han familiarizado con la nueva gama de arte que ejercemos, gozando de la contemplación misma del original, no podemos temer, para esta segunda serie de reproducciones, una acogida menos favorables que la se ha hecho a la primera. La certeza de esta acogida nos imponían en cambio redoblar la atención en la selección de los cuadros a reproducir y en multiplicar las ciudades en la ejecución del trabajo; nuestra publicación ya ventajosamente conocida debía sostener su prestigio adquirido, por ello no hemos reparado en gastos ni en cuidados para esta nueva serie».
En el mismo sentido, su yerno Alphonse Roswarg escribió en el catálogo de 1879: “Veinte años antes que la idea le viniese a algunos gobernantes de hacer reproducir fotográficamente los tesoros de los museos, el señor Laurent ya lo había hecho en España”. Ello coincide con la visión del crítico Louis Figuier expresada en 1859: “La fotografía ofrece el medio de reproducir todos los cuadros; una de las aplicaciones mas útiles dentro de este campo es la componer recorriendo los diferentes museos de Europa, facsímiles de las obras de los grandes maestros para formar una especie de colección popular que estuviese al alcance de todo el mundo”.
50. TÍTULOS ENTRAÑABLES.
A través de la pintura del siglo XIX, Ávila se convierte, por un momento, en protagonista del arte español de la época, enriqueciendo con ello la visión en blanco y negro de la ciudad que presentaba la fotografía, pues los cuadros aportan la vida, el sentimiento y el color de los que carecía aquella. Sin embargo, es la fotografía de Laurent la que ahora nos sirve de hilo conductor y guía para acercarnos a tanta riqueza plástica.
Buceando entonces entre las numerosas reproducciones fotográficas de las pinturas que hizo Laurent encontramos títulos tan entrañables para Ávila como La fuente y la ermita (1867) de Valeriano Domínguez Bécquer; Interior de San Pedro de Ávila (1876) de Enrique Mélida; Basílica de San Vicente de Manuel García “Hispaleto”; Santo Tomás con San Luis de Francia (1876) de Alberto Commelerán; Interior de la capilla de San Bernardo, donde se juramentaron los Comuneros de Castilla, e Interior de la Sacristía menor en la catedral de Ávila (1879) de Pablo Gonzalvo Pérez. Sin olvidar las fotografías que obtuvo Laurent de los dibujas para tapices Julio Cornelio Vermeyen, dibujante de una corrida de toros en Ávila en 1534; y de los cuadros de Francisco de Goya y Lucientes, a quien descubrimos pintando en Arenas de San Pedro en 1783 en el Palacio del Infante don Luis de Borbón, y en Piedrahita en 1786 en el palacio de la Duquesa de Alba. Igualmente, cabe citar aquí las reproducciones fotográficas de los cuadros que se exhiben en el Museo del Prado procedentes del monasterio abulense de Santo Tomás La Virgen de los Reyes Católicos (1491) y Auto de fe, pintura de Berruguete sobre el acontecimiento ocurrido en Ávila en 1492.
51. ARTISTAS PLÁSTICOS.
Entre los prestigiosos pintores, dibujantes y grabadores participantes en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes que retrató Laurent vemos los nombres de los que se ocuparon de temas o personajes abulenses. En la amplia nómina de artistas decimonónicos que aparecen en la relación de expositores de estos certámenes figuran, además de los citados antes (V. Bécquer, E. Mélida, El Hispaleto, A. Commelerán y P. Gonzalvo) los que reseñamos a continuación, si bien los títulos citados no siempre fueron expuestos o fotografiados. Así, sobresalen autores como Francisco de Paula Van Halen, que dibujó la ciudad en España Pintoresca (1842); José de Madrazo Aguado, autor del retrato de Isabel II (1845) cuya copia se halla en el Ayuntamiento de Ávila; Federico de Madrazo Kuntz, autor del retrato de La Marquesa de Espeja (1852), cuya réplica hecha por su hijo menor Ricardo en 1892 se conserva en el Museo de Ávila; Luis de Madrazo retratista de Isabel la Católica, Santa Teresa y el Duque de Abrantes senador por Ávila; y Francisco Aznar y García, que dibujó los monumentos abulenses para la obra Monumentos Arquitectónicos de España (1859).
Siguen Antonio Gisbert, que pintó en 1860 su famoso cuadro Los Comuneros, una copia del cual hecha por Bernardino Sánchez en 1873 se conserva también en el Ayuntamiento de Ávila; Francisco Xavier Parcerisa, que dibujó los monumentos de la ciudad en Recuerdos y bellezas (1865); Cecilio Pizarro que dibujó el Ábside de la catedral (1866); Bernardo Rico Ortega, grabó numerosas vistas de Ávila sobre dibujos de Valeriano Bécquer y fotografías de Laurent publicadas en la prensa ilustrada durante 1867-1893; José Luis Pellicer, que hizo la litografía Labradoras del Valle Amblés (1867) sobre un dibujo de Bécquer; José Severini, ilustre grabador de dibujos de Ávila en 1867-1869; Antonio García Mencia, que dibujó bellamente La basílica de San Vicente (1869) en un perspectiva similar a la fotografiada por Laurent; Francisco Laporta que dibujó El arco del Alcázar (1869); Joaquín Sierra, que dibujó los principales monumentos para la Crónica de la Provincia de Ávila (1870) sobre fotografías de Laurent; Ángel Lizcano y Monedero, que pintó Recuerdo de Ávila (1871); José Garnelo Alda, que realizó La madre de los gracos (1888) que se conserva en el Ayuntamiento de Ávila, y Capea en Las Navas del Marqués; Víctor Morelli, que pintó la Batalla de Alpens (1873) que se conserva en la Academia de Intendencia de Ávila; Bartolomeu Maura i Montaner, que grabó Tipo del Valle Amblés (1874) sobre la pintura original de Valeriano Bécquer, varios retratos de Santa Teresa (1981) y de los políticos abulenses Manuel y Francisco Silvela; y Juan Comba, que dibujó el Claustro de Santo Tomás (1882).
También Vicente Cutanda y Toraya, que pintó Un mercado de Ávila (1882); Tomás Campuzano y Aguirre, que dibujó la ciudad en 1885 en una composición del ábside de la catedral, el Mercado Grande y las Murallas; Vilaplana, que ilustró con dibujos sobre fotografías de Laurent la guía de Ávila que escribió Valentín Picatoste en 1890; Miguel Hernández Nájera, que hizo El cordel de las merinas (1892); Blas González García-Valladolid, autor de un retrato del obispo de Ávila Fray Fernando Blanco y Lorenzo (1895) que se conserva en el Ayuntamiento de la ciudad; y Emilio Poy Dalmau que hizo un cuadro del interior del convento de Santo Tomás de Ávila y otros tantos que se conservan en el Ayuntamiento fechados en 1901. Igualmente, también podemos citar aquí a Aureliano de Beruete y Moret, a José Moreno Carbonero, a Joaquín Sorolla, y a Darío de Regoyos, e incluso a Alejandro Regnault.
Los abundantes cuadros de historia y fotografías de Laurent realizados durante el siglo XIX protagonizados por Isabel la Católica y por Santa Teresa de Jesús, merecen un capítulo aparte, y a ello nos dedicamos en ese lugar. En dicho apartado destacan los pintores Luis y Federico de Madrazo, Eduardo Rosales, Dionisio Fierros, Benito Mercadé, Muñoz Degrain, Víctor Manzano, Emilio Sala, Martínez Cubells, Francisco Pradilla, Luis Álvarez, Isidoro Lozano, Carlos Luis de Ribera, Miguel Jadraque, y Emilio Poy, entre otros, quienes participaron en su mayoría en las Exposiciones Nacionales que retrató Laurent.
Igualmente, otro apartado merecen los dibujantes y grabadores que ilustraron libros y revistas recreándose en la ciudad y sus personajes, de los que ya hemos citado algunos como Van Halen, Aznar, Parcerisa, Brugada, Pascó, Cecilio Pizarro, Bernardo Rico, Severini, García Mencia, Laporta, Sierra, Bartolomeu Maura, Juan Comba, Vilaplana, y Tomás Campuzano.
Finalmente, siguiendo nuestro recorrido por las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes del siglo XIX, tal y como hizo Laurent, nos sorprende gratamente la presencia destacada de los pintores abulenses en las distintas ediciones. Así, entre los participantes vemos a Antonio Bernardino Sánchez en 1858, 1866 y 1871; a Manuel Sánchez Ramos en 1876, 1881 y 1887; a Juan Giménez Martín en las celebradas entre 1876 y 1901; a José Sánchez Rodríguez en 1884 y 1899; a Casto Severini en 1887; a Rafael Martín en 1890; y a Gerardo Soubrier y López en 1892, 1897, y 1899. Contemporáneos de todos ellos son también los pintores de Ávila José Tolosa, Blas Olleros Quintana, Andrés Hernández Martín, y Timoteo Sandoval.
52. EN EL MUSEO DEL PRADO.
La riqueza artística del Museo del Prado fue una fuente inagotable para los catálogos de Laurent editados entre 1861 y 1898, lo que le convirtió en el pionero en las reproducciones fotográficas de obras de arte desde que su director Federico de Madrazo decidió abrir el museo a los fotógrafos. Efectivamente, el sucesor de Laurent, José Lacoste, escribió que “sabido es que la Casa Laurent fue la primera y única de España que hizo reproducciones de las obras de arte existentes en la Península, especialmente de los Museos públicos y privados, de las iglesias y más especialmente del Museo del Prado”. Entre los fondos que atesora el Prado en sus salas madrileñas o en el llamado “Prado disperso” nos detenemos ahora en los retratos que hizo Laurent de los cuadros de temática abulense que pintaron Berruguete, Goya, Valeriano Bécquer y Pablo Gonzalvo.
En 1867 Laurent fotografió el Auto de fe pintado por Pedro Berruguete, fecha en la que el cuadro fue adquirido por el Estado, habiendo pertenecido antes al Monasterio abulense de Santo Tomás, de donde salió con el fervor de la desamortización de Pascual Madoz. El motivo pictórico recoge una de las escenificaciones celebrada en la Plaza del Mercado Grande de Ávila que representa la persecución y martirio que sufrieron los judíos en 1492 de la mano del inquisidor Torquemada.
También procede de Santo Tomás la pintura de la Escuela Castellana del siglo XV titulada Virgen de los Reyes Católicos (1491) depositada en el Museo del Prado a raíz de la desamortización, el cuadro fue igualmente fotografiado por Laurent y como tal figura en el catálogo de 1879.