53. LA PINTURA ABULENSE DE GOYA.
La pintura de Francisco de Goya fue profusamente fotografiada por Laurent a partir de los originales existentes en el Museo del Prado, la Academia de San Fernando, la Alameda de los Duques de Osuna, el Palacio Real, el Palacio de San Telmo de los Duques de Montpensier y otras colecciones. En total, más de un centenar de copias fotográficas de los cuadros de Goya fueron incluidos en los catálogos de Laurent, reunidas en su mayoría en un bello álbum que se conserva en la Diputación de Zaragoza.
En la ingente producción e Goya destacamos La era y La vendimia, títulos inspirados o relacionados con Ávila, y más concretamente con la localidad de Piedrahita, los cuales fueron fotografiados primero por Laurent en la Alameda de Osuna y luego por su sucesor Lacoste en el Museo del Prado. Los cuadros fueron pintados coincidiendo con la estancia de Goya en el palacio de los duques de Alba en Piedrahita, aunque algunos estudiosos lo dudan. Aquí, el pintor pasó el verano de 1786 con su familia invitado por la duquesa María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII duquesa de Alba. La era pertenecía a los Duque de Osuna, y ya había sido fotografiada en 1856 por Charles Clifford para el bello álbum que se conserva en la Biblioteca Nacional con el título Vista de unas eras de labradores. Por Goya.
En estas tierras abulenses de los valles del Corneja y el Tormes, llenas de luz y color, el pintor se inspiró para representar en las citadas pinturas las estaciones del verano y el otoño, paisaje que cautivó igualmente a los pintores Benjamín Palencia y Luciano Díaz Castilla. Goya pintó aquí también, se dice, varios retratos de los duques de Alba en 1795, a cuyo palacio acudía para participar en los foros que organizaba la duquesa con escritores, políticos e ilustrados de la época como Meléndez Valdez, Jovellanos y José Somoza, entre otros. Y tal fue entonces la importancia de este periodo histórico, que en un intento de revitalizar aquel tiempo de esplendor la villa celebra cada año las fiestas conmemorativas bautizadas con el título de Piedrahita Goyesca.
Otra fotografía de Laurent de la obra de Goya que nos llama la atención es el Retrato de Jovellanos, famoso escritor y político que obtuvo en 1763 el título de licenciado en la Universidad de Santo Tomás en Ávila, tierra a la que acudió con frecuencia cuando visitaba Piedrahita invitado por la duquesa de Alba. El cuadro fue pintado en 1798, época en la que Melchor de Jovellanos (1744-1811) ocupaba el Ministerio de Gracia y Justicia, el cual fue fotografiado por Laurent cuando se encontraba expuesto en el Congreso de los Diputados.
En la galería de retratos que nos ocupa nos detenemos ahora en el que Goya pintó en 1797 de Antonio Meléndez Valdés (1754-1817), poeta, ensayista, dramaturgo y jurista, quien en 1770 trabajó en la capital abulense para mejorar su ordenación sanitaria, elaborando al efecto el Expediente de Reunión de los Hospitales de Ávila.
La Duquesa de Abrantes es el título del retrato realizado por Goya en 1816 de doña Manuela Isidra Téllez de Girón, hija de los Duques de Osuna, casada con don Ángel María de Carvajal, VIII Duque de Abrantes, propietario del Palacio abulense de los Dávila que fotografió Laurent. Su hijo, Ángel Carvajal y Téllez (1815-1890), fue senador por la provincia de Ávila en 1871, aunque finalmente optó por la circunscripción de Granada por la que también fue elegido.
En 1824, Goya hizo otro retrato digno de mención en la iconografía abulense, dedicado esta vez a la figura de Manuel Silvela y García de Aragón (1781-1832), quien vivió en Ávila hasta los diecisiete años y fue el patriarca de los Silvela, Francisco Agustín, Manuel y Francisco, políticos de arraigo abulense que ocuparon algunos de los más altos cargos del Estado.
De la estancia de Goya en 1783 en el palacio de Arenas de San Pedro del Infante don Luis de Borbón (1727-1785), hermano del rey Carlos III, Francisco Vázquez García ha catalogado quince pinturas, entre las que sobresale el retrato de la familia del infante, si bien la dispersidad de estas obras no posibilitó que Laurent hiciera copias de ellas.
Finalmente, cabe añadir aquí que la herencia estilística y artística de Goya fue recogida por su más destacado “imitador” y seguidor, el pintor romántico y costumbrista Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870), de quien el Ayuntamiento de Ávila conserva la pintura Escena de Majas procedente del legado de los Hermanos Clemente Romeo. En la misma línea sobresalió años después Ángel Lizcano Monedero (1846-1929), autor de Recuerdos de Ávila y Visión de Santa Teresa, y asiduo participante de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes que retrató Laurent.
54. LOS TIPOS DE VALERIANO BÉCQUER.
La visión romántica de las gentes de Ávila que en 1867 retrató Valeriano Domínguez Bécquer (1833-1870) con el título La fuente de la ermita, cuadro que fotografió Laurent para su catálogo con el título Tipos regionales de la provincia de Ávila en la fuente destaca sobremanera a lo largo de la historia de la pintura del siglo XIX. Es una hermosa estampa costumbrista que se presentó como fiel testimonio del trabajo de Valeriano Bécquer desarrollado por las provincias españolas de Aragón, Navarra, País Vasco y las dos Castillas pensionado por el Ministerio de Fomento de Antonio Alcalá Galiano con diez mil reales al año destinados a permitir que el pintor recorra las provincias españolas y produzca obras que dejen el recuerdo de los “trajes característicos, usos y costumbres”, con la obligación de entregar al Museo Nacional de Pintura dos cuadros cada año, recorrido que hizo a lo largo del periodo de 1865 a 1868.
A continuación de la fotografía de La fuente de la ermita, figura en el catálogo de Laurent otra correlativa reseñada como Baile de aldeanos de la provincia de Ávila, tomada igualmente a partir del cuadro de Valeriano Bécquer titulado El baile. Desde entonces, esta imagen fotográfica se ha identificado ciertamente con Ávila, sin embargo el cuadro original no tiene nada que ver con escena abulense alguna, y sí con la provincia de Soria, según se observa también en el boceto del mismo cuadro titulado Baile campesino en Soria. A dicha pintura, fechada en 1866, se refiere Gustavo Adolfo Bécquer designándola con el título Las carretas de los Pinares, y es una de las que entregó Valeriano al Museo Nacional el 23 de febrero de 1867 fruto de su trabajo en la provincia soriana, meses antes de desplazarse a Ávila. Esta identificación con Ávila de imágenes que no lo son se produce en más ocasiones con Laurent, y así, vemos que su casa comercial distribuyó como paisanos de Ávila al dulzainero y tamborilero de Segovia que retrató en 1878 para su catálogo de tipos españoles.
Valeriano Bécquer llegó a Ávila en 1867, lugar donde todavía se conservaban antiguos y pintorescos trajes de fiesta en el campo. Durante su estancia hizo y remitió al Museo Nacional de Pintura los cuadros La fuente de la ermita, El escuadro y La huevera, el primero representativo de la ofrenda y romería popular que se hace en la ermita de Sonsoles, y el segundo y tercero de los habitantes del Valle Amblés. A este envío contestó la Dirección General de Instrucción Pública que “todas estas obras son dignas de los mayores elogios y esta Dirección tiene un verdadero placer en consignarlo”.
La obra pictórica de Valeriano Bécquer de temática abulense se completa con los extraordinarios dibujos que hizo para la prensa ilustrada. En este proceso de multiplicación de imágenes, las fotografías de Laurent se convierten en el referente de la nueva concepción visual y gráfica del arte, la historia y el costumbrismo, pues de ellas se sirve el grabador para la reproducción de pinturas y dibujos.
En 1867 y 1868, El Museo Universal publica varios dibujos de Bécquer sobre escenas populares y pintorescas tituladas Los quintos de Ávila, Pórtico de la basílica de San Vicente, y Romería de Sonsoles, realizado este último a partir del boceto de la pintura conocida como La fuente de la ermita e ilustrado al fondo con una escena festiva.
En 1870 y 1871, La Ilustración Madrid, la revista que dirige Gustavo Adolfo Bécquer, inserta varios grabados de las fotografías que hizo Laurent de los dibujos de Valeriano junto a comentarios del poeta. Entre ellos figuran Labradoras del Valle Amblés, un dibujo que también fue bellamente coloreado y litografiado por José Luis Pellicer Ferner (1842-1901), un pintor, dibujante y escritor barcelonés, asiduo colaborador de la prensa ilustrada en la que publicó numerosos dibujos, y participante en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, donde Laurent retrató su cuadro titulado Ronda de noche. Otro dibujo de Bécquer fotografiado por Laurent fue el titulado La bendición de la mesa en el que se reproduce una escena de Ávila de similar factura a la dibujada en El baile de la taberna, conservada en el Archivo Ruiz Vernacci, e igual que la titulada A la feria de Ávila.
En 1874, El Grabador al Aguafuerte inicia la edición de un primer volumen de láminas grabadas al aguafuerte realizadas en los talleres de la Calcografía Nacional. Entre estas estampas se incluye el cuadro de Bécquer titulado El escuadro, del que Bartolomeu Maura i Montaner hizo un extraordinario grabado titulado Tipo del Valle Amblés con la pretensión de reflejar la pintura moderna española de la época. Finalmente, en 1875, La Ilustración Española y Americana publica el cuadro de Valeriano La fuente de la ermita, un nuevo grabado realizado esta vez por Bernardo Rico con el título Aldeanos de la provincia de Ávila a partir de la fotografía que hizo Laurent.
55. ÁVILA SEGÚN HENRY REGNAULT.
Coetáneo de Bécquer fue el pintor Henry Regnault (1843-1870), quien llegó a España en 1868 animado por Mariano Fortuny, y encontró en Ávila una inagotable fuente de inspiración, fruto de la cual son los cuadros Arrieros españoles (pintura), Pórtico de una iglesia de Ávila (acuarela) y La carretera de Ávila (croquis a pluma). Su obra más conocida es el retrato que se exhibe en el Museo del Louvre del general Prim, personaje fotografiado con mejor fortuna por Laurent, según opinión del propio general, y pintado también por Luis de Madrazo, José Mª Esquivel y José Cusachs.
En el catálogo de Laurent de 1879 figura la siguiente plancha fotográfica: A. 1423 - Interior San Pedro de Ávila¸ la cual reproduce un cuadro de arquitectura de similar gusto a los que hicieron en la misma época sobre los templos abulenses Parcerisa, Pablo Gonzálvez Bernardino Sánchez y Manuel Sánchez Ramos. El cuadro se había presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876 por Enrique Mélida y Alinari (Madrid, 1838-1892), un pintor que formó parte de la escuela romántica madrileña. En su obra destacan los retratos y las pinturas de género: Se aguó la fiesta (Casón del Buen Retiro, Madrid) premiada en la Exposición Nacional de 1876 con el segundo premio, y Procesión de penitentes en España en el s. XVIII (Museo de Sydney). Una docena de sus cuadros fue retratada por Laurent para sus catálogos comerciales.
56. CAPILLA COMUNERA DE PABLO GONZALVO.
La obra abulense del pintor aragonés Pablo Gonzalvo Pérez (1827-1896) se anuncia en el catálogo de la casa Laurent de 1879 con los títulos de los cuadros que se conservan en el Museo del Prado: Interior de la capilla de San Bernardo, donde se juramentaron los Comuneros de Castilla, e Interior de la Sacristía menor en la catedral de Ávila. Sobre ello no debe sorprender que la pintura más significativa de la catedral de Ávila destaque por su título referido a los Comuneros de Castilla, ya que entonces era un símbolo de la época utilizado políticamente en defensa de la libertad y la voluntad popular frente al absolutismo real. Dichos cuadros fueron presentados a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1878 junto a los titulados Basílica de San Vicente en Ávila: un niño dando limosna, y Basílica de San Vicente en Ávila: piadosa galantería. Además de su asidua participación en las Exposiciones Nacionales que se celebraron entre 1856 y 1892, en esta última edición con Calle de San Segundo y Catedral de Ávila, Gonzalvo también estuvo presente en numerosos certámenes internacionales de Londres, Bayona, París, Viena, Munich, Fidadelfia, etc. donde obtuvo importantes galardones, por lo que no es de extrañar su inclusión en el catálogo de la casa Laurent.
57. LOS DOMINICOS DE COMMELERÁN.
Santo Tomás con San Luis de Francia, cuadro de Alberto Commelerán y Gómez (1853-1909) es el título de una de las fotografías incluidas en el catálogo de Laurent y Cía de 1879, realizada a partir de la pintura. Commelerán fue un destacado dibujante, litógrafo y escritor, ingresó en 1875 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, y desempeñó la cátedra de dibujo del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid. Participó en diversos certámenes y concursos artísticos, así como en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1876 con las obra citada Santo Tomás con San Luis de Francia, y de 1878 con Doña María Pacheco recibiendo la carta de despedida de su esposo Padilla prisionero en Villalar. La pintura protagonizada por Santo Tomás se encuentra en el refectorio del monasterio abulense del mismo nombre y responde a los cánones historicistas de la época.
58. RETRATOS DE LOS MADRAZO.
A lo largo de la década de 1860, Laurent logró reunir uno de los archivos de fotografía más importantes del arte español, época en la que se anunciaba como fotógrafo de S.M. la reina y de los Museos de España en virtud de una concesión real especial. En este periodo, Laurent reprodujo los cuadros más destacados del Museo del Prado, el cual estaba entonces dirigido por el pintor Federico de Madrazo Kuntz, verdadero artífice de la apertura del museo a la fotografía. Anteriormente, la reproducción de los fondos del Prado se realizaba mediante litografías en el Real Establecimiento Litográfico que dirigía José de Madrazo Aguado, quien también lo fue del propio museo, para lo que en 1826 obtiene tal privilegio. Por su parte, Pedro de Madrazo Kuntz, director de las Colecciones Reales, autorizó igualmente las fotografías del Tesoro del Delfín que en 1863 hizo Jane Clifford, viuda de Charles Clifford.
Como puede ya observarse de lo dicho, podemos señalar que la pintura oficial del siglo XIX en España estuvo dominada por la importante saga de pintores de los Madrazo, quienes coparon de una forma absorbente y casi exclusivista los más importantes cargos académicos e institucionales, siendo también decisiva su intervención en el desarrollo de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Por su parte, Laurent fotografió con cierta frecuencia las obras pictóricas de Federico de Madrazo a quien también retrató, e incluso de su padre José, de su hermano Luis, y de sus hijos Raimundo y Ricardo.
Igualmente, la fototipia Hauser y Menet también fotografió y editó una parte importante de la obra pictórica de Federico de Madrazo, entre cuyos retratos figura el de Mariano José de Larra, elegido diputado a Cortes por Ávila en 1836.
En este contexto de tan significativa y estrecha relación entre Laurent y los Madrazo, no resulta extraño que el fotógrafo hiciera de testigo en el acto de consentimiento que formalizó Federico para el casamiento de su hijo Raimundo. Interesante resulta también entonces el retrato de Luis, Federico y Raimundo junto a los también famosos pintores del momento Haes, Castellano y Ribera realizado por José Martínez Sánchez, quien se había asociado con Laurent en 1865.
La ciudad de Ávila, de la misma manera que lo hizo Laurent fotografiando sus monumentos, fue retratada igualmente por los Madrazo a través de personajes históricos ligados a ella, tales como Isabel la Católica, Santa Teresa, Isabel II, la Marquesa de Espeja y el Duque de Abrantes que tenía palacio en Ávila.
José de Madrazo Aguado (1781-1859), pintor neoclásico que lo fue de cámara del rey Carlos IV, es el patriarca de la saga, y el autor de un retrato de Isabel II fechado en 1845 que se encuentra en el Museo Naval de Madrid, una copia del cual se halla en el ayuntamiento de Ávila.
Federico de Madrazo Kuntz (1815-1894), retratista por excelencia de la burguesía y aristocracia, fue maestro de Ángel Lizcano, autor del cuadro Recuerdo de Ávila, y del pintor abulense de Adanero Juan Giménez Martín, sin olvidar aquí el interés que mostró por la documentación fotográfica y su funcionalidad al servicio de la pintura. De su larga trayectoria interesa destacar ahora el grabado que hizo de Isabel la Católica en La toma de Granada (1833), que reseñamos en el capítulo dedicado la reina castellana, y el retrato de La Marquesa de Espeja (1852), por su relación con la historiografía abulense.
Dña. María Josefa del Águila y Ceballos, marquesa de Espeja, era una de las personalidades más influyentes de la nobleza del siglo XIX. Se casó con el II Duque de Valencia, quien había rehabilitado el título de su tío el General Narváez (1799-1868), político moderado y militar que fue seis veces presidente de gobierno entre 1844 y 1868. A la muerte de la marquesa en 1888, su retrato pasó a su hijo José Mª Narváez del Águila, III Duque de Valencia, casado en 1880 con María Luisa de Guzmán el Bueno y Gordón, marquesa de Santa Marta y heredera del palacio de los Águila en Ávila que administraba y habitaba Celedonio Sastre, quien fue alcalde de Ávila en 1878. Los nuevos inquilinos del palacio pronto se hicieron frecuentes visitantes de Ávila durante el verano, y partir de entonces su residencia empezó a convertirse en un verdadero museo privado.
De los numerosos objetos de arte atesorados presumirá especialmente Luisa Narváez Macías, V duquesa de Valencia, orgullosa de sus colecciones de cerámica, muebles góticos y centenares de cuadros de los grandes maestros españoles, flamencos, franceses y alemanes como Cranach, Brueguel y Goya, a los que habría que sumar una copia del cuadro de La Marquesa de Espeja que pintó Ricardo Federico de Madrazo Garreta en 1892, quien por entonces se había instalado en el cercano pueblo de Villacastín.
En 1969, el palacio de los Águila es declarado monumento histórico artístico, y en uno de los informes elaborados puede leerse: “En el salón, gabinete y comedor hay ricos adornos antiguos con lienzos atribuidos a Palmaroli, Vicente López y Luis Madrazo”. En 1988, el palacio fue cedido al Estado por la V Duquesa de Valencia, y actualmente está siendo rehabilitado para sede del Museo del Prado, mientras que el retrato de la marquesa de Espeja se exhibe en el Museo de Ávila.
Luis de Madrazo Kuntz (1825-1897) hizo el retrato Isabel la Católica y la escena titulada El primer Milagro de Santa Teresa, los personajes más emblemáticos de Ávila, así como el retrato del Duque de Abrantes, heredero del Palacio abulense de los Dávila y senador por la provincia en 1871. Destacó como retratista en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, lo que le valió sendos premios en las convocatorias de 1856 y 1862, y ejerció como catedrático de la Academia de San Fernando, donde le sucedió a su muerte José Garnelo, autor del cuadro que se conserva en el Ayuntamiento de Ávila La madre de los gracos y Capea en Las Navas del Marqués.
Finalmente, la portada de la catedral de Ávila fotografiada Laurent fue seleccionada por el director de las colecciones reales, escritor e historiador Pedro de Madrazo Kuntz (1816-1898) para su obra España Artística y Monumental (1889-1890), donde se incluyen 160 láminas fototípicas correspondientes a los catálogos de Laurent realizados sobre pintura moderna española y monumentos arquitectónicos de España.
59. LOS COMUNEROS DE GISBERT.
Cuelga en una de las paredes del Ayuntamiento de Ávila una copia del famoso cuadro titulado Los Comuneros que en 1860 pintó Antonio Gisbert Pérez (1834-1901) y fue primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año. Ello no deja de ser una reveladora sorpresa por su carga ideológica, pues fue adquirido por el consistorio en 1873, probablemente para celebrar el advenimiento de la I República acaecido en febrero del mismo año, mediante compra hecha al autor de la copia Bernardino Sánchez, profesor de la Escuela Municipal de Dibujo. Gisbert fue reiteradamente premiado en las Exposiciones Nacionales de 1858, 1860 y 1864, si bien con desigual suerte participó en la edición de 1871, y también desempeñó la dirección del Museo del Prado en el periodo de 1868-1873. Laurent por su parte fotografió la obra de Gisbert con interés y profusión, destacando ahora las fotos que hizo del propio pintor y del cuadro Los Comuneros, llamando la atención que dicha pintura, por su significado histórico, pronto se convirtió en símbolo del progresismo y el liberalismo español del siglo XIX frente al absolutismo monárquico. Por ello, enseguida, la fotografía de Laurent de Los Comuneros se comercializó por toda la geografía española, vendiéndose a 30 reales la copia de gran tamaño, y a 4 en tamaño tarjeta, tal y como anuncia el depositario de Cádiz el 28 de enero de 1864 en el periódico El Comercio .
60. RECUERDO DE ÁNGEL LIZCANO.
En 1871, la Exposición Nacional de Bellas Artes es inaugurada por el monarca Amadeo de Saboya, quien había sido retratado por el pintor Antonio Gisbert y por el fotógrafo Laurent, y en cuyo séquito de reciente llegada a España le acompañó el que fue famoso torero y Gobernador de Ávila Luis Mazzantini. Al nuevo rey le llamó la atención el cuadro titulado Recuerdo de Ávila, y no pudo por menos que adquirirlo para su colección particular. El pintor firmante de la obra era Ángel Lizcano y Monedero (1846-1929), artista cultivador de un estilo romántico y pintoresco que fue puente entre Goya y el arte contemporáneo. En la misma exposición de 1871 participó también el pintor abulense Bernardino Sánchez con sendos cuadros del interior de la catedral, si bien el primer premio de la muestra fue para Eduardo Rosales por el cuadro Muerte de Lucrecia, el cual pasó enseguida a formar parte del catálogo de Laurent, igual ocurrió también con los cuadros de Lizcano. De nuevo se presentó Lizcano a las Exposiciones de 1876, 1878, 1881, 1884 y 1887, donde obtuvo diversos premios y coincidió con los pintores abulenses Manuel Sánchez Ramos y Juan Giménez Martín. En 1892 pintó un místico retrato de Santa Teresa y pronto se consagró como dibujante e ilustrador de revistas y libros, especialmente los de su amigo Benito Pérez Galdós.
61. LA BATALLA DE VÍCTOR MORELI Y LA ACADEMIA.
La implantación en 1875 en Ávila de la conocida Academia de Intendencia permitió la exhibición de la pintura de Víctor Moreli. Allí, en la escalera principal cuelga el cuadro de la Batalla de Alpens, premiado en la Exposición Nacional de 1901 junto a la pintura Catedral de Ávila de Juan Giménez. El cuadro de Moreli fue un regalo del Cuerpo de Administración Militar a su Academia en homenaje a la muerte gloriosa del oficial del cuerpo D. Vicente Reina López, que bien glosó el también militar y pintor José Caseneve. Moreli fue general de la Guardia Civil y un prolífico pintor de temas militares que participó en las Exposiciones Nacionales celebradas entre 1887 y 1910. Esta tradición en la pintura militar fue seguida igualmente por otros artistas que fueron oficiales de la Academia de Ávila, tales como Salvador García Dacarrete, José Rovira Mestre, Ángel Vera-Fajardo y Picatoste, y Constantino Albarrán Santos. Como anécdota traemos a colación la fotografía que hizo Laurent del nuevo modelo de furgón de la Brigada de transporte del Cuerpo de Administración Militar aprobado e 9 de junio de 1875, el mismo año en el que mediante Real Decreto de 1 de mayo se resolvió el traslado de la Academia de dicho cuerpo desde plaza de los Mostenses de Madrid al Palacio de Polentinos de Ávila. Un nuevo modelo citado carro de transporte fue ideado en la Academia de Ávila por el intendente José Blesa y Larra, premiado por ello y declarado reglamentario en 1893.
62. RETRATOS DE POLÍTICOS Y RELIGIOSOS EN EL CONSISTORIO.
El obispo de Ávila Fray Fernando Blanco y Lorenzo, que lo fue desde 1857 hasta 1875, aparece retratado en otro de los cuadros del legado de los hermanos Clemente Romeo que se conserva en el Ayuntamiento de Ávila. Su autor es Blas González García (1839-1919), quien fue pintor, escultor y profesor en Valladolid, y participante en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1866 y 1895, coincidiendo en la primera de ellas con el pintor abulense Bernardino Sánchez, quien había presentado el óleo titulado Vista general de Ávila.
Junto al retrato del obispo Fray Fernando, cuelga también en el consistorio otro retrato del escritor y político liberal Francisco Martínez de la Rosa (1787-1862), quien era amigo del también escritor abulense Eugenio de Tapia (1876-1860). Martínez de la Rosa en 1861 ya había sido fotografiado por Laurent, y aunque se desconoce el autor del cuadro que se exhibe en el ayuntamiento abulense, el mismo guarda similar factura con otra pintura de Manuel Ojeda y Siles existente en el Congreso de los Diputados de Madrid.
63. PAISAJES DE AURELIANO BERUETE.
Corría el año 1864, año en el que ingresa como copista del Museo del Prado Aureliano de Beruete y Moret (1845-1912), y época en la que el pintor abulense Bernardino Sánchez hacía lo propio y Laurent paseaba por sus salas retratando cuadros. Beruete se doctoró en Derecho y fue diputado, a la vez que se formaba como paisajista con Carlos Haes. Viajero infatigable recorrió Europa y diversas regiones españolas, cuya imagen reflejó en sus cuadros, y participó en numerosas exposiciones nacionales e internacionales. Su primera presentación a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1878 le valió una medalla de tercera clase al cuadro Orillas del Manzanares, mientras que la primera fue para Juana la Loca de Francisco Pradilla, cuadro este último que enseguida fue incluido en el catálogo de la casa Laurent. En esta misma exposición de 1878 también fueron exhibidos cuatro cuadros de Pablo Gonzalvo que fotografió Laurent sobre la Basílica de San Vicente y la Catedral de Ávila. Beruete renovó con acierto la iconografía del paisaje, siendo también coleccionista y crítico de arte, mientras que la capital abulense figura en títulos tan significativos fechados en 1909 como Ávila desde los Cuatro Postes, Vista general de Ávila y Huerta del tío Pichichi de Ávila que se conserva en el Museo de Zaragoza.